Un amor imposible

Crítica de Fernando Herrera - Mirar y ver

Pescados capitales

Lasse Hallstrom supo hacer alguna que otra película interesante, nadando contra la corriente, para luego desarrollar una especie de fórmula efectiva y artesanal que consiste en contar las historias más infrecuentes de la manera más convencional. Con algo de gracia, extrema ligereza y buenos intérpretes le alcanza para agradar sin culpas. El ejemplo perfecto de esto es su film Chocolate, que tienta desde el mismísimo título. En este caso no hubo tanta suerte con la traducción, ya que los caprichos de la distribución determinaron que había que cambiar el curioso título original: “La pesca del salmón en Yemen”, basado en una novela del mismo nombre, por el mucho más obvio (y bastante mentiroso) “Un amor imposible”. Más allá de eso Hallstrom se siente como pez en el agua con la pintura amable de una pareja despareja que debe encarar el extraño desafío de criar salmones escoceses en el clima árido del desierto yemenita para cumplir con los caprichos de la agenda política británica, que pretende fomentar la buena relación con los países árabes para cubrir otros escándalos.

Y si esta premisa improbable se sostiene es en buena medida gracias a los protagonistas, un científico aburrido interpretado por Ewan McGregor y una entusiasta consultora que compone Emily Blunt. Juntos deberán satisfacer las exigencias de un jeque tan obsesionado por los proyectos faraónicos como cualquier gobernador puntano. Ambos están siempre a tono con la ligereza de una propuesta narrativa que no escapa de ciertos lugares comunes, ni pretende hacerlo. Esa quizás sea su mayor virtud.