Un amigo abominable

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Si hubiera un par de frases para definir a Un amigo abominable, el sentimiento o el sentido que anida en su “mensaje”, surge de un diálogo entre dos personajes chinos, un niño y un adolescente.
Sucede algo que los maravilla. Peng, el más pequeño, exclama “Es increíble”. Para Jin, el mayor, “Es imposible”.

Ni tanto ni tan poco, Un amigo abominable es de esas películas de animación en lo que todo es posible. Contradiciendo a Jin, porque siempre en el cine animado cualquier cosa puede suceder. De ahí a que maraville… Yi es una adolescente que vive en Shanghai con su mamá y con Nai Nai, su abuela. Vive es una manera de decir, porque se la pasa, en sus vacaciones de verano, fuera de casa.

Se entiende: Yi trabaja a escondidas haciendo lo que fuera, junta yuanes para recorrer China y hacer realidad el viaje con que soñaba su padre, que la hacía dormir tocando el violín. Ese es el recuerdo que atesora junto, claro, con el instrumento de música.
Hasta que una noche descubre escondido en la terraza de su edificio a un yeti. Peludo, como un peluche, de ojos celestes, escapó de un cautiverio al que lo obligaban el Sr. Burnish y la Dra. Zara (como a Yi, que es la voz de Chloe Bennet, son dos personajes que le prestan su voz actores no chinos, Eddie Izzard y Sarah Paulson -American Horror Story, la reciente El jilguero-).

El protagonismo, entonces, está repartido entre Yi y Everest, como Yin apoda al yeti. Y quiere llevarlo allí, al Everest en la cordillera del Himalaya, para que se reencuentre con los suyos. Y los acompañarán Jin, el joven pendiente de likes que desea estudiar Medicina en Pekín, y Peng, primo de Jin, amante del básquet.

Everest tiene algunas particularidades, como cuando se le ponen los pelos de punta, muestra sus poderes y logra cosas inimaginables.

Y buscando parangones con otras películas, Everest parece un Gremlin (ya verán por qué), hay un Buda con cara parecida a la de la tortuga de Buscando a Nemo, y para los que vieron Sr. Link, el parangón con el Eslabón perdido y cierta manera de salvarse que tiene Yi en un puente les parecerá haberlo visto hace poco.

Ah. Hay copias en idioma original del filme coproducido entre DreamWorks y una empresa china, y dirigido por la animadora Jill Culton. Y Ah 2: no se vayan hasta que terminen los créditos. Porque no es que haya “outtakes”, escenas eliminadas o que anuncien una continuación, sino que la película tiene allí su verdadero desenlace.