Turbo

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Molusco supersónico

Las vicisitudes de la distribución local con vistas a ganarse la parada en materia de estrenos para estas vacaciones de invierno alteraron el panorama cinematográfico de la cartelera y en cierta medida dejaron planteada la desafiante carrera de la animación digital con el crédito argentino Metegol frente a los tanques habituales encabezados por Monsters University -que continúa cosechando dividendos-, seguida por Mi villano favorito 2, por el momento líder en taquilla, y ahora sumándose Turbo, este nuevo contendiente de la factoría Dreamworks, globo de ensayo para la promoción de la serie original Turbo F.A.S.T. a emitirse en 2014 por la cadena Netflix.

No podrá pasar desapercibido -por lo menos para aquellos que tenemos algo de memoria- que Turbo toma prestado –para utilizar un término feliz- de varios films animados conceptos e ideas para solamente aportar la novedad de un caracol amante de la velocidad.

En primer lugar, el habitante descarriado dentro de su comunidad que va contra el conformismo de la mayoría y quiere ser otra cosa ya había sido explotado en Hormiguitaz (1998) con mejor sustento narrativo, mientras que Cars (2006) asoma no sólo desde la impronta tuerca sino a partir de la presentación de un reducto comercial venido a menos que repunta económicamente gracias a la novedad del molusco supersónico, por no citar además la presencia de cuervos que diezma a la población de caracoles repentinamente al igual que ocurre en Rango (2011) y la más evidente referencia a la lógica de Ratatouille (2007): pequeño que sueña en grande y logra vencer su propia naturaleza en un camino de autosuperación.

De este desglose pormenorizado entonces cabe preguntarse ¿qué tiene de nuevo Turbo? La respuesta es sencilla absolutamente nada, pero eso no la condena en términos cinematográficos al exilio ni tampoco la ubica en el rincón que acumula polvo en las repisas, aunque si no existiera la apuesta a la serie televisiva sin lugar a dudas en la vorágine de la animación quedaría relegada y rezagada a pesar de su velocidad en pantalla.

Como decía, el protagonismo recae en un caracol con sueños de grandeza para quien el peligro debe buscarse en la aventura del afuera y no en la comodidad del adentro, en el jardín lindero a una casa donde las amenazas de lo cotidiano son un niño desalmado que pisaría cuanto caracol se cruce en el camino con su triciclo, la cortadora de césped y los cuervos.

En el garaje de esa casa, una colección de VHS con declaraciones de un corredor francocanadiense alimenta el sueño de Teo de convertirse en su ídolo automovilístico y alzarse con el trono batiendo records de velocidad. Para que ese verosímil se sostenga a lo largo de la trama, que no repara un segundo en todos los lugares comunes incluida la galería habitual de personajes secundarios, léase caracoles de diversa forma y tipo, que en este caso no opacan al protagonista, el elemento anómalo o accidente otorga a Teo la capacidad de mutar en Turbo y gracias al vinculo con un soñador igual que él, el latino de turno llamado Tito, embarcarse en el desafío de correr las 500 millas de Indianápolis.

últimamente dentro de cierto sector de la crítica que toma las películas animadas no como lo que son sino que intentan analizarla desde el mensaje o contenido cuando es claro que en estos productos eso es un pretexto más que una definición, debería hacerse hincapié en que las ventajas deportivas no se relacionan con el esfuerzo sino con el doping o la presencia de un elemento ajeno a la naturaleza para desarrollar un poder. Eso es lo que ocurre ni más ni menos que con el voluntarioso Teo al tomar primero una bebida energizante que le otorga a su osadía de querer abandonar a su grupo un plus de valentía necesario para romper la inercia del conformismo, pero lo más llamativo es la accidental caída en un motor de autos para que en su organismo ingrese el óxido nitroso y así modificar su ADN en la metamorfosis de Teo a Turbo.

Caer en este detalle superfluo y focalizar la crítica equivocadamente en el mensaje resulta poco interesante y en detrimento de lo que realmente importa si de animación digital se trata por lo cual la factura técnica y el uso del 3D en las escenas de vértigo en las pistas son el principal atractivo de este híbrido animado de Dreamworks, con muy poco contenido a la vista, que seguramente vaya perdiendo la pole position en lo que a taquilla representa y esperemos que el responsable de ese traspié sea el crédito argentino.