Tully

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Tully es una película especial que tendrá una recepción determinada en el espectador, según el momento que atraviese en su vida.
Para quienes ya vivieron la experiencia de la paternidad seguramente contarán con el bagaje emocional para considerarla una comedia y reírse con las situaciones que atraviesa el personaje de Charlize Theron.
Ahora quienes no fueron padres todavía y se encuentran en la vereda de enfrente de la vida creo que puede ser uno de los grandes estrenos de terror del año.
La lección que deja Tully es contundente.
Si no estás en una posición económica acomodada no te embarques con tres pibes porque condenás tu destino a vivir una pesadilla de Freddy Krueger de la que no vas a poder salir fácilmente.
Bueno, salvo que contrates a Tully, la versión Mary Poppins, de la guionista Diablo Cody que lamentablemente no está disponible en el mundo real.
La guionista de Juno en su tercera colaboración con el director Jason Reitman en este caso presenta un retrato crudo y brutal de la depresión post parto en la mujer que no contaba con antecedentes notables en el cine.
Tully aniquila de un modo brutal el idealismo de la maternidad, estilo cine Hallmark, que muchas veces vemos representado en la ficción o en las publicidades donde todo es color de rosa.
Con el humor irónico que suele destacarse en los guiones de Cody, la película explora las tribulaciones de Marlo (Charlize Theron), una mujer que se encuentra sobrepasada por el caos que predomina su vida cotidiana. Tiene un bebé recién nacido, otros dos hijos, uno de los cuales atraviesa inconvenientes psicológicos, y un marido apático que no la respalda.
Cuando aparece Tully, una niñera de espíritu hippy, que la ayuda con el cuidado del bebé, Marlo intenta buscar el equilibrio para llevar adelante la maternidad sin perder su individualidad.
La capacidad histriónica de Theron para pasar de interpretar a una asesina a sueldo lesbiana en Atomic Blonde a la madre estresada que compone en este film es realmente impresionante.
En Tully es la figura sobresaliente y está muy bien acompañada también por Mckenzie Davis, la niñera con quien establece una gran dupla en este relato.
El director Reitman presenta obra madura donde prima un retrato bastante oscuro sobre los desafíos complejos que representa la crianza de los hijos para la mujer.
Si bien el argumento cuenta con diálogos graciosos, la crisis de la protagonista es tan intensa que en ocasiones cuesta bastante encontrar el sentido del humor en este relato.
Mi única objeción con este film es que presenta una conclusión extraña con una situación que sale de la nada y se contrapone al realismo que tenía la historia hasta ese momento.
Si bien hay una explicación para el giro sorpresivo, que no puedo detallar por una cuestión de spoilers, su ejecución no resulta muy convincente.
Al margen de este detalle, que tendrá una recepción distinta en cada espectador, Tully es una buena película de Jason Reitman que merece su recomendación.