Regreso con gloria

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

El lado oscuro de Hollywood.

Un año después de la muerte de Dalton Trumbo en 1976, el periodista Bruce Alexander Cook publicó su biografía del gran guionista y escritor norteamericano. Esta historia es la que fue adaptada por John McNamara, un guionista de series televisivas, para que el director de comedias pasatistas Jay Roach (Meet the Fockers, 2004) se adentrada en el drama histórico de esta genial figura del arte y la política que combatió contra las listas negras de Hollywood impulsadas por la oprobiosa organización presidida por John Wayne, “The Motion Picture Alliance for the Preservation of American Ideals”.

La importancia de la película reviste en la recuperación de la militancia comunista de Trumbo desde la década del treinta, la cual se radicalizó a principios de los años cuarenta. Tras el comienzo de la Guerra Fría y la persecución de artistas dirigida por algunos congresistas a través de la “House Un-American Activities Committee”, Trumbo termina en la cárcel junto a otras figuras de Hollywood. Al salir enfrenta como puede la lista negra que le impide firmar sus trabajos, ofreciendo sus guiones a amigos o a la productora King Brothers Productions hasta que logra que Otto Preminger y Kirk Douglas lo incluyan en los créditos de Éxodo (Exodus, 1960) y Espartaco (Spartacus, 1960) de Stanley Kubrick.

La película narra el disciplinamiento de los ideales sobre los artistas y la cruzada de John Wayne y de la actriz y columnista de chimentos Hedda Hopper, interpretada magistralmente por Helen Mirren, contra cualquier cosa que reflejara los valores del comunismo. Este proceso terrible dio vuelta la moneda del sueño americano por su contracara de pesadilla de miedo y desesperación, abierta por la lista negra de los primeros diez artistas silenciados por su militancia política.

Tanto McNamara como Roach retoman el documental de Peter Askin de 2007 y no temen incluso agregar personajes ficticios a la historia de un protagonista de trato difícil e ideales enérgicos. El relato va desde el establecimiento de una estrategia para combatir la percusión hasta la aceptación de la derrota y la recuperación tras la flexibilización de la censura haciendo hincapié en la relación del guionista con sus colegas y con su familia.

Con el boicot de los estudios a la cada vez más grande lista negra de actores, guionistas, directores, etc., las alianzas de Trumbo se van disolviendo. El personaje de Arlen Hird funciona como contrapeso del ego del protagonista y como un álter ego que expresa las dudas, los temores, el compromiso y las contradicciones del gran escritor norteamericano que solo dirigió una película, Johnny Got His Gun (1971), una obra basada en la novela homónima escrita por él mismo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Las excelentes actuaciones de todo el elenco, con un Bryan Cranston genial interpretando al ampuloso Trumbo y una Diane Lane de gran carisma, son parte de lo mejor de este rompecabezas que indaga en la paranoia que asoló a Estados Unidos durante las primeras décadas de la Guerra Fría.

Trumbo se erige así como una película insoslayable para entender la historia de Hollywood, el sustrato que subyace en sus películas, la idiosincrasia norteamericana y la lucha que se libró en torno a la cultura y particularmente el cine en la segunda mitad del siglo XX.