Tropicália

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Cuando Caetano y Gilberto hicieron historia

Cualquiera que conozca un mínimo de historia de la música brasileña sabrá las aspectos centrales del movimiento tropicalista que irrumpió a mediados y fines de los años ’60, y cautivó al mundo (decenas de artistas incluso anglosajones fueron influidos por su fuerza). Sin embargo, aun para los iniciados en el tema, Tropicália regala imágenes y testimonios muy poco vistos (incluso hay bastante material inédito). Además, ofrece una narración tan poderosa, vistosa (con un look por momentos psicodélico) y sensible a la vez que es difícil no emocionarse.

Con un excelente trabajo de investigación (qué envidia provoca ver a los brasileños contar con tantos buenos archivos mientras en la Argentina se ha perdido buena parte de nuestra memoria audiovisual), Machado va reconstruyendo el surgimiento, apogeo y caída (o progresiva desintegración) de ese movimiento que reunió arte y política, vanguardia y protesta, combinando lo más genuino de la canción brasileña (desde la bossa nova a la música bahiana) con el rock, el hippismo y la psicodelia.

Las imágenes íntimas y de presentaciones en vivo (y en muchos casos los inteligentes testimonios) de Caetano Veloso, Gilberto Gil, Gal Costa, Os Mutantes, Tom Zé, Nara Leão, Rita Lee, Jorge Ben Jor y Rogério Duprat sirven como hilo conductor para un film que expone también el clima sociopolítico de la época, desde “la euforia adolescente”, como ellos mismos admitieron, hasta la represión, la cárcel y el exilio forzado de Gilberto y Caetano en Londres a partir de 1969.

Las contradicciones entre los por entonces jóvenes artistas y los estudiantes, periodistas e intelectuales que los acusaban de “extranjerizantes”, la pasión que por ellos tuvieron los europeos y los estadounidenses, y el trabajo sobre “el espíritu de época” son otros hallazgos de Tropicália, que -además de un buen uso de imágenes de films de Glauber Rocha, Carlos Diegues, Júlio Bressane, Rogério Sganzerla y Leon Hirzman- termina con los propios Caetano y Gilberto viéndose en pantalla, 40 años después, y cantando a dúo con ellos mismos. Un cierre bello y conmovedor.