Trolls

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Inspirada en unos muñequitos de pelo largo que hicieron furor en los Estados Unidos durante los noventa, Trolls es un agradable musical de animación de los creadores de Shrek. En la historia, los Trolls son alegres criaturas y sus vecinos, los Bergen, son unos ogros desagradables y malhumorados, que sólo encuentran felicidad deglutiendo Trolls. Hay una celebración anual en la vida de los Bergen, en la cual se inicia a un bebé ogro en la vida adulta tomando Trolls de una suerte de instalación con forma de red. La celebración, parodia de los rituales iniciáticos en culturas paganas, es dirigida por la bruja Chef, pero al momento de iniciar al pequeño ogro se descubre que los Trolls huyeron, dejando en su lugar muñecos.
Veinte años después, los Trolls celebran la huida con una fiesta, y así comienza una aventura que se mezcla con el musical y el romanticismo. Hay toda una gama de colores en los Trolls, cuyo denominador común es el tono fluorescente; Poppy (con voz de Anna Kendrick) es rosada y la heroína que lidera la fiesta, a pura música disco. En el otro extremo está Branch, un Troll malhumorado que no canta ni baila, y por tal razón tiene una tonalidad gris; pesimista, advierte que el bullicio alertará a los ogros, y el vaticinio se cumple cuando llega Chef y secuestra a un puñado de Trolls. En una misión rescate liderada por Poppy, seguida por el reticente Branch (con voz de Justin Timberlake), entre otros (desde un gurú espiritual hasta uno que hecha purpurina por el trasero), los Trolls contarán con el apoyo de Bridget (Zooey Deschanel), sirviente del rey Bergen y secretamente enamorada del príncipe Gristle, el “iniciado” fallido al comienzo del film. La reversión de hits con ritmo disco y final feliz es otro punto a favor de esta original creación de DreamWorks.