Tres tipos duros

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Las mañas no se pierden

Los códigos entre viejas amistades del mundo mafioso es uno de los motores de este film dirigido por Fisher Stevens que reúne a verdaderos monstruos de la actuación: Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin.

Val (Pacino) sale de la cárcel luego de cumplir una condena de veintiocho años, su mejor amigo Doc (Walken) está firme para recogerlo y ambos se unen con Hirsch (Arkin) para volver a las andadas. Las mañas están intactas a pesar de los achaques de la edad.

Val sigue con sus adicciones, toma Viagra para rendir sexualmente con las prostitutas que visita, le pide dinero a Doc, y nada parece denerlo cuando tiene que forzar las cerraduras de negocios para robar o apoderarse de autos ajenos. Sin embargo, uno de ellos guarda un peligroso secreto a raíz del encargo de un antiguo jefe de la mafia.

Tres tipos duros funciona porque tiene en su elenco a intérpretes de lujo que con su sola presencia justifican el precio de la entrada. Posiblemente no hubiese resultado con otras figuras. La trama crece al promediar el metraje y se sostiene por los momentos de humor, algunos (pocos) de violencia y una tensión permanente que se establece entre Val y Doc, con un arma que amenaza con disparar en cualquier instante.

El vínculo que une a los personajes es muy fuerte más allá de que se trate de criminales que ya están en el ocaso de sus carreras y de sus vidas. La aparición de una chica violada, de una nieta recuperada por Doc y de un jefe que se hace escuchar por el teléfono, hacen de esta propuesta un entretenimiento válido y con un desenlace resuelto de manera original.