Tres tipos duros

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Viejos son los trapos

Val (Al Pacino) acaba de salir de la cárcel después de cumplir una condena de 28 años. Allí lo espera Doc (Christopher Walken), un viejo compañero de andanzas ya retirado del mundo del crimen. El tema es que Doc tiene apenas unas horas para asesinar a Val por encargo y, como si esto fuera poco, los amigos irán en busca de otro antiguo socio (Alan Arkin) para recuperar la adrenalina de otros tiempos. “Tres tipos duros” parte de una buena idea, y con grandes actores, pero termina abusando de la autoparodia: puede resultar simpático verlo a Al Pacino con una sobredosis de Viagra, pero el resto de las situaciones que juegan con el ridículo distan de ser graciosas. El planteo original, que mantiene la tensión durante la primera hora, después se diluye. A medida que avanza la película empiezan a confundirse la comedia picaresca con un drama edulcorado y algo de acción y violencia. Y de esta mezcolanza no se saca nada en limpio, más allá de la mirada perdida de un impagable Christopher Walken. Su compañero Pacino hace un poco más de sí mismo, lo que no está mal para este papel de viejo zorro que quema sus últimos cartuchos, y el personaje de Alan Arkin está muy poco desarrollado.