Tres hermanos, tres destinos

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

El revisionismo, el drama y la familia

La liberación de Argelia, en un fresco épico.

La lucha por la independencia argelina y la difícil relación que, alrededor de ella, tienen los tres hermanos del título son los temas centrales de la nueva realización del francoargelino Rachid Bouchareb. El filme combina la intriga, la acción y los sentimientos fraternos con una mirada social, que enjuicia la política francesa posterior a la caída del nazismo y hasta la independencia de Argelia como colonia gala.

Tres hermanos, tres destinos ofrece lo mejor en sus primeros veinte minutos. Allí, los tres hermanos, sus padres y familiares son despojados de sus tierras simplemente porque no tienen los papeles que testimonien que son sus dueños. Los muchachos son apenas niños, y veinte años más tarde vivirán en carne propia la matanza de Sétif, el 8 de mayo de 1945, cuando las fuerzas de ocupación francesas masacraron a 40.000 argelinos ante su levantamiento.

A partir de allí, los tres hermanos tomarán distintos rumbos: uno irá a Francia a luchar por la liberación, y quedará preso; otro combatirá en Indochina, y el tercero se la rebuscará en Pigalle como promotor de boxeo y regenteando un cabaret.

La película es la segunda de una trilogía de realizaciones del director sobre las relaciones entre Argelia y Francia. La primera ( Días de gloria ) versaba sobre cómo se había discriminado a los soldados argelinos que habían participado en la Segunda Guerra Mundial a la hora de recibir sus pensiones.

Los relatos que abrevan en el revisionismo histórico están teñidos, siempre, de subjetividad, y Bouchareb sabe bien lo que quiere contar. La mayoría de los franceses no queda particularmente bien parada, salvo excepciones, y la brutalidad, el sentimiento xenófobo y la lucha por la igualdad se plantean desde el vamos. Con el correr de los minutos, y desde que los hermanos vuelvan a reunirse, la película irá de a poco menguando en intensidad dramática y volcándose hacia el thriller de aristas políticas, con la rebelión como centro. Por supuesto que acercándose al desenlace la cosa virará a como era en el comienzo de la proyección.

Debido a las polémicas y la nominación al Oscar al mejor filme hablado en idioma extranjero, premio por el que compitió este año, Tres hermanos, tres destinos despierta interés. La reconstrucción histórica y todo lo referente a los rubros técnicos son impecables, donde el filme no termina de asentarse es allí desde donde se lo cuenta. Como si el director se mantuviera indeciso entre el relato político y la historia familiar.

O tal vez ése haya sido su deseo, narrar un conflicto revisionista camuflado en una historia sentimental. Si fue así, lo que consiguió fue llamar la atención, pero nunca la total empatía telespectador.