Traslasierra

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Martín es un artista errante que vuelve con su novia extranjera a la casa de su papá en la zona de Córdoba del título, en búsqueda de paz y tranquilidad. Allí se reencuentra con Coqui (Guadalupe Docampo), una vieja amiga de la infancia que nunca se fue del lugar y ahora es docente y madre soltera. En ese contexto, Martín iniciará un intenso y profundo viaje interno.

La estructura de Traslasierra es similar a las dos películas anteriores del realizador –y aquí también protagonista- Juan Sasiaín. Como en La Tigra, Chaco (que codirigió con Federico Godfrid) y Choele, la acción es propulsada por un joven que regresa al pueblo que lo vio crecer y es tironeado entre el presente y el peso de los recuerdos. También se repite una impronta naturalista en los diálogos y una bienvenida tendencia a construir esos vínculos humanos a través de escenas que adquieren una respiración propia.

Reposada y tranquila como Martín, la película discurre entre obras de títeres (el oficio común entre padre e hijo) y pequeñas viñetas de esa convivencia cotidiana a la vez que fugaz. Lentamente esa abstracción llamada pasado se materializará en las dudas emocionales de Martín sobre su futuro. Un futuro clarificado por la sabiduría paterna y la apuesta por un proyecto propio y personal. El resultado es un film cálido, noble, honesto y emotivo sobre el miedo a crecer.