Tras la pantalla

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

La cinefilia en primer plano

La distribución de películas argentinas es uno de los pilares que refleja la contradictoria industria y también representó a lo largo de las diferentes etapas una manera de entender el cine y de mirar el negocio del cine, en la que quedaron de manifiesto la falta de comunicación -entre otras falencias- que hacen a la tarea titánica de pelear contra molinos de viento.
Si Pascual Condito terminara, a lo largo de las décadas futuras llevándose el rol de Quijote, seguramente la polémica continuaría y lejos de encontrar consenso dejaría abierto un sinfín de temas por analizar, más allá del protagonista y de su particular mirada del cine argentino.
Tras la pantalla, entonces pretende amalgamar tanto la personalidad de Pascual Condito y su rol en el campo de la distribución como a su tarea, desde un relato que parte tal vez de la derrota, en el sentido épico del término, pues coincide con una etapa en la que el distribuidor y fundador de Primer Plano debe encarar la mudanza de su histórica oficina en la calle Riobamba, afrontar con estoicismo una demolición porque los tiempos son distintos y recomponer -ya desde otro lugar- la incansable misión de generar posibilidades para las películas argentinas en los cines locales, mientras los exhibidores se ven seducidos por los tanques y las propuestas multi pantalla.
El director Marcos Martínez no realizó un documental complaciente para los cánones, pero tampoco sumamente crítico sobre Pascual Condito. Para ello apeló tanto a la distancia adecuada así como a darle voz a un representativo coro compuesto por directores, críticos y personas relacionadas con el negocio del cine. La voz de Pascual Condito emerge en cada intervención y defensa de sus principios; en la nostalgia que no puede escapar cada vez que toma contacto con alguna foto arrumbada, afiche de sus películas o anécdota, que resume muchos años de trabajo y que tal vez es lo que se oculta tras esa pantalla del título.
La cinefilia de Condito, por ejemplo, choca con el desinterés de uno de sus hijos por ver el cine que a su padre le interesa que conozca en una de las mejores escenas de este documental. El jugo de Tras la pantalla se extrae en pequeñas dosis mediante el recurso de los contrastes y la utilización precisa de material de archivo, pero el corazón no es otro que el que transparenta a un Pascual Condito que acepta el convite de la filmación, en su contradicción y pasión por el cine intactas, como un tatuaje que por más que pase el tiempo, las modas y las maneras de ver cine, jamás desaparecerá.