Transit

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Nuevamente uno de los más destacados realizadores alemanes, Christian Petzold ("Ave Fénix", "Barbara"), se interna por los caminos de un pasado actual. Basada en una novela de Anna Seghers que transcurre durante la ocupación alemana en Francia, el realizador ubica la acción en la Marsella contemporánea en un espacio expectante y desesperado que resume toda la angustia de la espera.

Georg, un joven técnico en radio y televisión, salido de un campo de concentración y refugiado en París ilegalmente, ayudado por amigos, intenta la huída hacia un espacio de libertad. Un compañero le pide que acerque a un famoso escritor disidente, Weidel, unas cartas de su esposa. Las cartas no serán entregadas porque el suicidio del hombre precipitará a Georg a un viaje a Marsella donde es confundido con el escritor consiguiendo azarosamente los papeles necesarios para la huída. La presencia de un niño, hijo de una magrebí y un amigo fallecido, y la extraña esposa del escritor, que espera un salvoconducto para huir, cambian el destino del refugiado.

ESPERA ANGUSTIANTE
Melodrama romántico a la manera de los "40-"50, "Transit" remite a la inolvidable "Casablanca", el clásico de Michael Curtiz que ambientado en la ciudad marroquí durante el gobierno de Vichy sobrevivió a varias generaciones con los inolvidables Ingrid Bergman y Humphrey Bogart. Espías, refugiados y desclasados se confunden en una amalgama informe de miedo e inseguridad, en una Europa decadente, donde el barbarismo es posible y América latina como destino es el Paraíso prometido.
Narrada fuera de cámara por alguien que conoce todo de los personajes y sus acciones (relator omnisciente), "Transit" no necesita las señales del tiempo para mostrar la vigencia del totalitarismo y la negación de los derechos humanos. Ya no hay signos de la Gestapo o cruces esvásticas, la persecución y el encarcelamiento arbitrario pueden estar a la vuelta de la esquina.
El filme de este gran director alemán habla del permanente peligro de la injusticia, del tembladeral de la condición humana condenada al miedo o al heroísmo, pero también sujeto al avatar del amor o el sacrificio. Un cuadro abigarrado de seres que dejan toda dignidad para mendigar un pasaporte o un pasaje, o no reaccionan ante la ilegalidad de un arresto cualquiera, ilustra una situación límite.
La película de Petzold exhibe cuidados formales como el de la inquietante música de Stefan Will y la fotografía de Hans Fromm, que acentúa la sensación de "sin salida" en los interiores y de soledad en los exteriores.
Metáfora de una realidad actual, con actores intensos como Franz Rogowski (Georg), la enigmática Marie (Paula Beer) o la mujer judía de final dramático (Barbara Auer), "Transit" duele porque nos conecta a una realidad sospechosamente conocida.