Transformers 4: La era de la extinción

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Exceso. Esa única palabra sirve para definir todo lo que ocurre en Transformers: La Era de la Extinción. Hay demasiada acción, demasiados malos diálogos, la película dura demasiado tiempo, hay demasiados villanos, y hay demasiadas subhistorias traídas de los pelos. Por contra, lo único rescatable del filme son las coreografías de destrucción del mismo Michael Bay, el cual ha transformado lo suyo en un arte. Pero después de la vigésima batalla masiva, hasta el mas fanático a ultranza del cine de acción comienza a mirar la hora de su reloj. Casi tres horas de robots disparando salvas y haciendo pomada ciudades enteras es excesivo, y llega un punto en que uno clama a gritos que la película se decida a terminar.

Negándose a dejar "extinguir" una franquicia millonaria, Michael Bay decidió secuelizar / rebootear la saga, poniendo nuevos protagonistas en un drama ya conocido por todos. Es lo que pasó con El Hombre Araña o con Los Hombres X; hasta que la gente no se transforme en una horda munida de antorchas y vaya a prenderle fuego a los cines, los estudios seguirán vomitando reboots y secuelas, mientras hayan personajes que sigan dejando réditos en taquilla. El punto es que Transformers: La Era de la Extinción no ofrece nada demasiado diferente a lo ya visto en las entregas anteriores. Quizás tampoco sea ese el punto - a veces los fans sólo quieren que sus ídolos repitan las mismas rutinas una y otra vez; después de todo la saga de James Bond funciona de esa manera -; pero al menos, entre batalla y batalla (formidables, coloridas, brillantes), los personajes parlantes (humanos o no) podrían decir cosas más interesantes. Cuando los robots abren la boca, dicen idioteces increíbles - salvo Optimus Prime, quien parece sintonizar a Aragorn (de El Señor de los Anillos) todo el tiempo, y se manda unas parrafadas épicas loables -; cuando está Mark Wahlberg en pantalla, uno se pregunta cómo este tipo blandengue y sin carisma se volvió un actor cotizado; y cuando figura Nicola Peltz en escena (que hace de rubia hueca / irritante / hija del insípido Wahlberg), uno pide a gritos que algún robot gigante la aplaste y nos quite la tortura de soportar sus chillidos y caprichos. Al menos Kelsey Grammer hace un villano humano digno, T.J. Miller es efectivo como el secuaz de turno, y Stanley Tucci condimenta las cosas con su gracia habitual. Ninguno de ellos ganará un Oscar, pero al menos intentan hacer algo con sus personajes mal escritos y, en la mayoría de los casos, lo logran.

La historia es estirada y algo rebuscada; incluso diría que hay material como para dos o tres películas, sólo que aquí decidieron pegar todo con saliva y despacharse con un engendro monstruoso de tres horas de duración. Hay una agencia del gobierno - dirigida por el mesiánico Kelsey Grammer - empeñada en perseguir y exterminar a los Autobots remanentes. Para ello cuenta con la ayuda de Lockdown, un renegado Transformer que sólo quiere el cuerpo de Optimus Prime y un dispositivo conocido como "la Semilla" - capaz de convertir a una ciudad en una orbe robótica al estilo de la morada de origen de los Transformers -. Lockdown lidera un ejército de robots mutantes creados artificialmente a partir de los genes (si se lo puede llamar de alguna manera) obtenidos de otros Transformers apresados, asesinados y desguasados. El punto es que el modelo original que tomaron era el cadáver de Megatron (el villano del primer filme), el cual contagia el ADN robótico como si fuera un virus de computadora, y hace que el maloso de metal reviva en una de las nuevas figuras - Galvatron - y comande al resto. El mismo Galvatron / Megatron también trae su agenda y planea quedarse con una de las semillas, todas las cuales proceden de una nave alienígena hallada en el Polo Norte, la cual se estrelló hace millones de años y que había venido a la Tierra con la misión de terrarreformar el planeta. Como la semilla de turno no pudo operar a toda su capacidad, sólo alcanzó a asimilar una pequeña parte del paisaje, incluyendo a algunos dinosaurios que pasaban por allí y a los que convirtió en una especie de MechaTiranosaurios (wtf?!), los cuales quedaron congelados durante la Era de Hielo.

Oh, sí, la acción es soberbia. Mark Walhberg salta de un piso al otro por los balcones de un condominio chino mientras el asesino de turno arranca y le lanza por la cabeza acondicionadores de aire; o cuando media Hong Kong es absorbida por un iman gigante... y luego lanzada con fuerza contra el piso (¿se acuerdan de la nave del general Zod en El Hombre de Acero?). Las batallas tienen momentos geniales en cámara lenta, en donde pasan muchas cosas a la vez y los protagonistas se salvan raspando por un pelo. El problema es que hay demasiadas batallas - yo creo que aquí hay mas acción que en 5 películas juntas de Los Vengadores, eso sin contar de que los chicos de Marvel se han inspirado y han tomado toneladas de cosas de los filmes de Michael Bay (como el finale de Transformers 3) -, y el grueso de los personajes habla sandeces, cuando no, ocurren cosas reñidas con la lógica simplemente porque sirven de excusa para montar una secuencia espectacular. Por ejemplo, que la nave monumental encontrada en el polo se aparezca en medio de Hong Kong para hacer el intercambio de la "semilla" entre humanos y robots (algo que podrían haber hecho con menos alharaca en medio de un desierto; pero si no tiran abajo 10 o 20 rascacielos en una zona densamente habitada, ésta no sería una película de Michael Bay); que no aparezca un maldito caza para intentar derribar la nave alienígena; o que los deus ex machina abunden - como que dos minúsculos humanos puedan lidiar con un robot gigante usando unas armas que parecen de juguete; o la súbita aparición de los dinosaurios robots en el momento menos pensado del filme -. Digo: hay muchos momentos en los cuales uno cruje los dientes por las bobadas que se le ocurren al libreto, las cuales se podrían haber mejorado enormemente con una segunda rescritura para darles un poquito mas de logica o ponerle algo mas de entusiasmo.

Honestamente, no sé si Transformers: La Era de la Extinción es recomendable. En todo caso es un show tan sobrecargado de espectacularidad que, al final, termina por aburrir. Las refriegas son inspiradas, no le quepa la menor duda, pero me da la impresión que los filmes anteriores estaban un poco mejor escritos - al menos, los pasos de comedia tenían sus momentos -, y que aquí todo pasa por una sobredosis pornográfica de CGI, los cuales deberían complementar a una buena historia en vez de transformarse en el centro de la misma, y en su única razón de existir.
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