Toy Story 3

Crítica de Pabela - La Cinerata

Justo final para una de las mejores trilogías animadas.

Después de casi 10 años de aquella magnífica segunda parte, después de tanta espera y expectativa, Lee Unkrich y John Lasseter vuelven a brindarnos una tercera parte que bien vale la pena el tiempo esperado. Y que se diga que una tercera parte es muy buena, a la altura de las otras dos realmente ya la pinta entera. Toy Story 3 no será la mejor de las tres; no es la mejor para mi gusto porque se centra mucho más en la aventura, en el gag, en el infaltable guiño de Pixar hacia los más grandes y porque lo verdaderamente emotivo es el final. Pero se entiende- como me decía mi buena amiga Dialoguista- que así sea porque no es fácil estar hablando de juguetes cuyo dueño ahora tiene 17 años y está por mudarse a la Universidad. No es fácil tener que contar en definitiva una historia de fines, de posibles despedidas.
La estructura narrativa en definitiva nunca varía: hay un malentendido por el que todos terminan de alguna manera lejos de casa y las aventuras pasan por tener que volver a ella. Pero lo original de esta magnífica dupla de creadores es la creatividad con que nos muestran esos mundos en que terminan perdidos los protagonistas, los nuevos personajes con los que se cruzan y definitivamente lo que se termina dando en conjunto gracias a esas vicisitudes. Esta vuelta la confusión los lleva a una guardería dividida en dos salas: el paraíso "mariposa" donde los niños más grandes saben cómo cuidar los juguetes y el infierno de la sala de los más pequeños donde ya podemos imaginarnos la tortura por la que pasarán nuestro grupo de amigos. Escapar y volver a casa antes que Andy parta a la Uni es el objetivo primordial. Pero lo que para Woody parecía muy claro desde al principio, a los demás les toma un tiempo y como siempre nuestro vaquero tendrá la doble misión de convencer a sus amigos y de escapar de la guardería.
El film es increíblemente divertido, lleno de nuevos personajes impagables: Kent y los guiños a su dudosa masculinidad, el bebote tuerto tan tierno como espeluznante o el oso cariñoso encargado de la guardería. El mejor de todos es indudablemente el mono; sus escenas son puntuales pero, ¡qué manera de reirme con él! Todos los detalles en el film son muy cuidados, desde los más graciosos a los más emotivos tienen una atmósfera pulcra, increíblemente pensada. Así Toy Story 3 cierra la historia de estos juguetes y la de Andy- quien a pesar de tener apariciones secundarias es el personaje por antonomasia, el evocado constantemente y el que genera la acción- para contarnos un proceso tan natural como es el de la vida, el crecimiento y los cambios necesarios y naturales por los que todos los niños pasan. Desmenuzando la historia en conjunto hay muchas cosas por aprehender y una de todas es por sobretodo el homenaje. El homenaje a una relación humano-objeto que está cada vez más ausente en un mundo de usar y tirar. Hoy los objetos no permanecen el tiempo necesario, ni siquiera los juguetes, como para generar esa conexión que en estas tres entregas se nos plantea. No todo los niños son iguales, es cierto, pero no deja de ser curioso cómo mucho de los juguetes tienen un aire a años '80-'90 y quizá por eso el comienzo de Toy Story 3 sea junto al de Up uno de los más geniales dentro de la animación. Plantear con apenas 5 o 6 minutos toda la capacidad de creatividad que nace del uso de este tipo de juguetes dan de lleno el mensaje general de todo el conjunto Toy Story.
El adulto no podrá quedarse sin recordar sus "chiches" preferidos con los que jugaba, no podrá dejar de emocionarse si tiene hijos pensando en cuánto cambian con el tiempo, previendo lo que vendrá o identificándose con cada una de las escenas. Esta trilogía es la trilogía de la niñez, es la radiografía del alma que todos tuvimos alguna vez, la historia del desprenderse y dejar ir, del crecer y contemplar hacia atrás los recuerdos más dulces y emotivos. Toy Story es un viaje de tres paradas que alegra, entristece y vuelve a alegrar dejando el mejor sabor de boca. Un homenaje a los recuerdos, al hogar y a todas las facetas posibles del amor, la lealtad y la amistad.