Toy Story 3

Crítica de Martín Fraire - País 24

UNA LECCIÓN DE CINE

Algunas veces esta profesión nos obliga a bancar -literalmente- una y media, dos y hasta tres horas de una película que resulta insoportable, raya la obviedad y remarca tanto lo que intenta mostrar, que la experiencia en la butaca es por momentos, intolerable. Otras veces (al menos una vez al año) la oscura sala, nos regala una película de Pixar. Punto.

Y es que la capacidad imaginativa de estos genios creadores se supera film a film, temporada tras temporada, título tras título. Cuando uno supone que no hay nada nuevo para contar, que una aventura de los gloriosos Woody, Buzz y el resto de juguetes, no ofrecería algo relativamente original, Pixar nos propone Toy Story 3; una verdadera aventura que transpira diversión por todos su poros, pero que vislumbra fotograma a fotograma con la melancolía del crecimiento.

Porque si de algo habla Toy Story 3 es sobre la evolución, el desprenderse de una etapa para comenzar otra –metáfora perfecta del desarrollo técnico y narrativo que vive la empresa desde sus principios- . Así como “Up” ya jugaba con la idea del melodrama para hacernos reir, esta película da un paso más allá y usa directamente géneros que desde la teoría son opuestos para contar una misma historia.

No hay forma de ignorar el mensaje melancólico detrás del cuento original. Y es allí donde la mente creativa de Pixar (esta vez de la mano de Lee Unkrich, director también de “Buscando a Nemo” y ”Monster Inc.”) vuelve a reflexionar sobre el abandono, la venganza y lo irremediablemente inevitable, pero también sobre la amistad, el amor y la familia.

En esta tercera parte, Andy ya ha crecido y partirá hacia la universidad. Ante este nuevo suceso, los juguetes deben enfrentar dos posibilidades: el ático (típico sótano norteamericano conocido como tal por gentileza del doblaje mexicano) o una donación cuyo destino será finalmente la guardería de la ciudad. Para no adelantar demasiado, sólo mencionar que los personajes se plantarán ante situaciones mucho más grande que las enfrentadas en las dos primeras partes.

Poco más que agregar de esta gema para no quitar las sorpresas que la pantalla depara. Sorpresas que, por otra parte, servirán para cerrar la trilogía de manera casi perfecta (dejemos cierto espacio sólo para especular sobre el próximo paso de Pixar), y abofetear a toda productora que se precie de contar con su propia franquicia, sutil guiño a “Shrek” incluído.

Actualmente, las cosas están claras: Pixar es no sólo el rey de la animación, sino también uno de los más importantes creadores de toda la industria. La eficacia de cada uno de sus 11 títulos lo avala. Esta Toy Story 3 cumple con todo lo que una buena cinta tiene que ofrecer: cuenta una buena historia, conmueve al espectador, y deja ese “no se qué” que permite la diferencia entre las buenas películas y aquellas que tienen destino imperecedero.

Puede que teniendo en cuenta el hecho de que Toy Story es prácticamente un clásico de su propio tiempo, uno ya puede hacerse una idea de cómo va a salir de la sala. Pero una vez más, la sensación es inimaginable. Hay que agradecer que el cine todavía pueda ofrecernos este tipo de historias, hay que agradecer a Pixar y finalmente reconocer que, parafraseando a la canción que inmortalizó la película, esta franquicia es y será para siempre “nuestra amiga fiel”.