Toy Story 3

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

La serie de “Toy Story” tuvo su primera realización cinematográfica en el año 1995, y fue la primera expresión cinematográfica que usó efectos animados y para poder llevarlos a cabo se usó un sistema desarrollado por Disney Company que consiste en un paquete de software que permite digitalizar el trabajo hecho por los creativos y dibujantes del estudio.

La primera entrega tuvo un éxito rotundo a nivel internacional por lo que posteriormente se lanzó “Toy Story 2” (1999) con los mismos personajes, los juguetes vivientes de Andy, un niño estadounidense.

Este año llega la tercera entrega a la que se la puede ver en el ya patentado sistema visual Disney Digital 3 D y también en el formato IMAX 3D para los que se pensó su historia desde el comienzo del proyecto.

También en 2009 se incorporó a las dos primeras historias los mismos sistemas tecnológicos de visualización 3 D mediante anteojos especiales que le dan profundidad, perspectiva y superposición a la imagen, aunque son efectos meramente de pantalla ya que no aportan nada a la historia argumental de ninguna de las historias.

En esta tercera entrega continúan los mismos personajes y se adicionan un oso, un mono y también la mundialmente famosísima Barbie, ya con licencia de sus creadores para hablar, y el espectador puede enterarse en esta obra de animación, cómo fue que la hermosa muñeca rubia, que acompaña al 98% de las niñas estadounidenses, conoció a su novio, el apolíneo Ken, a quien también sus creadores licenciaron para que pueda hablar, y lo hace en la versión latinoamericana con la voz de un argentino.

La tercera historia, que se comenta, tiene más base argumental que las dos anteriores, afirmándose en el cuento que da origen a la canción del musicalizador Randy Newman “Yo soy tu amigo fiel”, que fuera cantada por su autor en aquellas ocasiones (en esta entrega la versión latinoamericana la cantan los mexicanos Aleks Syntek y Danna Paola). También se escucha esta vez, una versión “flamenquizada” que realizó el célebre grupo español Gipsy Kings y que fue titulada “Hay un amigo en mí” que baila en pantalla el muñeco astronauta Buzz, en ocasión de que se mueve su “botón de programación” a su propia versión española (no debe olvidarse que hoy todos los muñecos electrónicos pueden hablar en diferentes idiomas con sólo mover una palanquita que tienen en su dorso).

El argumento inicia su narración cuando Andy debe partir hacia la universidad y sus juguetes consideran que su futuro será un sombrío abandono. Todo se complica cuando todos ellos, menos el vaquero Woody, son introducidos en una bolsa plástica que accidentalmente terminará en una guardería. Allí comenzarán la acción y las aventuras en el intento de los juguetes por regresar a la casa de su dueño.

La versión doblada para Latinoamérica fue realizada en español neutro, de fácil comprensión por los niños de la Argentina y precisamente se destaca la labor de doblaje realizada por el argentino Mike Amigorena al hacer hablar al muñeco Ken, que en la versión original tiene la voz que le puso Michael Keaton. También está muy lograda la labor de Braulio Sosa al doblar al vaquero Woody.

Esta obra de animación atrapa tanto a los niños, a quienes está dirigida a partir de los cuatro años, como a los adultos. Tiene color, acción, argumento, y un metamensaje importante en la canción que le da base y que en su parte sustancial dice: “Nuestra gran amistad / el tiempo no borrará / ya verás que nunca terminará / porque Yo soy tu amigo fiel”.