Tóxico

Crítica de Juan Velis - Leedor.com

Ariel Martínez Herrera estrena Tóxico, una tragicomedia con estructura de road movie y aires de thriller, que sorprende con un relato de temática ¿oportuna? para reflexionar en el marco de la emergencia sanitaria y psicosis social que nos genera el brote del COVID-19.

La trama es simple: Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) son pareja, y toman la precipitada decisión de huir de una incipiente epidemia insomne que azota a Buenos Aires, y por eso parten con rumbo incierto en su motorhome por la ruta. Las imágenes impactan, es inevitable. Augusto es farmacéutico y su negocio ha sido saqueado, por lo cual la desesperación lo lleva a tomar esta drástica decisión, ante la inseguridad de Laura, quien no parece tomarse las cosas de la misma manera. La paranoia desmedida del personaje de Rittano y sus vanas intenciones de anticiparse a cualquier inconveniente y tener todo controlado, generan la duda constante en Laura. Y esto abre paso a un conflicto latente, por momentos desopilante, mientras viajan inmersos en un entorno que se vuelve cada vez más hostil, desatado por el peculiar trastorno viral.

Se trata de una comedia absurda que adquiere un tono paródico (personajes embarbijados en ambientes desolados y arrasados, atrapados en situaciones aparentemente insólitas), y que se introduce en el ámbito de lo satírico debido a la crudeza de sus imágenes, en su ineludible conexión con el contexto que nos atraviesa actualmente. “Si está todo bien… estamos sólo en unas vacaciones”, comenta Augusto en una de las primeras escenas de la película, procurando calma y raciocinio, previo al desborde total de una crisis que se venía gestando pero que costaba creer. Es una cita que se puede transponer a nuestra reacción como espectadores ante este relato audiovisual, desde nuestra realidad alterada: “Si está todo bien… es sólo una comedia paródica acerca del instinto salvaje y connatural de los seres humanos cuando se encuentran en estado de descontrol, a raíz de una serie de condicionamientos en un contexto de emergencia que los excede, y que disloca sus cotidianos modos de vida”. Pero no: Tóxico logra llegar más allá, genera un trasfondo significativo y un nivel de profundidad insospechada, gracias a la realidad que impone el coronavirus en el 2020. No puede ser “una comedia más”.

Surgen, por lo tanto, diversos interrogantes: ¿acaso el contexto de emergencia sanitaria nos desnuda, en cierta medida, en cuerpo y alma? ¿Acaso nos expone ante el mundo tal cual somos realmente? ¿acaso nos quita la coraza, la barrera ideológica, la censura implícita con la que cargamos día a día cuando caminamos despreocupadamente, deambulando por las calles de esta burbuja mundana que es nuestra ciudad? Todo esto se puede subsumir en una conclusión y finalidad concreta: mostrar el costado más extremo de la locura. A los personajes del film de Martínez Herrera les sucede precisamente esto, y por eso la reflexión (si se quiere) existencialista, vale la pena.

Claro que la película también se encarga de narrar y plasmar otras cosas, deteniéndose no sólo en exponer un estado de exasperación constante por el contexto: la trama principal es el resquebrajamiento y la falta de humanidad en el vínculo afectivo de la pareja protagonista. De ahí proviene explícitamente lo “tóxico” del título: de esa referencia al carácter infeccioso de la peste, en una alegoría que se traslada a la inevitabilidad del desgaste y el distanciamiento emocional de la relación entre Laura y Augusto. A medida que el brote del virus insomne va infectando a la población, el clima apocalíptico aumenta y los personajes se van destrabando y aceptándose a sí mismos, asumiéndose como seres problemáticos y conflictuados. Personajes que, al fin y al cabo, se encuentran tensionados por conflictos previos a cualquier brote infeccioso, que trascienden la realidad urgente y distópica que se vive en ese supuesto presente. Se resignan, se permiten repensarse a sí mismos; y esta es tal vez la reflexión que nos interpela desde la pantalla, la reflexión que nos resta enfrentar, como público, en nuestras casas. La película, tal vez accidentalmente, invita también a eso.

“Somos animalitos perdidos y paranoicos tratando de encontrar en este cosmos algo de sentido”, reflexiona Augusto, en su obstinación por encontrar el sentido racional de las cosas, siempre extremista y desconfiado. “Esterilizás todo lo que toco”, le contesta Laura en otra ocasión, frustrada, desorientada en ese vínculo que es casi más fluctuante que el contexto que les toca vivir.

El film opta por exacerbar, jugando con la ironía; tanto es así que por momentos los personajes y las escenas adquieren un tono casi caricaturesco (las apariciones de los suicidas, ciertos encuadres y movimientos de cámara, las explosiones, etc). Todos estos recursos encuentran su justificación narrativa en poder ver y conocer a esos personajes completamente desprovistos de sus corazas emocionales, y así sentirnos identificados. Cuando esa pantalla no existe, se vuelven reales e ingenuos.

Tóxico se cuestiona, entonces: ¿de qué sirve pensar en términos de una meticulosa frialdad calculadora en medio de una crisis sanitaria de tales magnitudes? Desnudémonos, entreguémonos a esa forma de la locura, a esa animalidad humana, al delirio final, que es lo más real que tenemos, en nuestra eterna lucha por la supervivencia. Al menos eso es lo que Laura le reclama a Augusto en su relación.

La película de Martínez Herrera decae en su final un tanto abrupto, pero entretiene, y efectiviza una inesperada pero bienvenida reflexión consciente para estos tiempos de resguardo hogareño.

Tóxico estrena en Cine.ar.tv (el jueves 23 a las 22 o el sábado 24 a la misma hora) y en Cine.ar Play de manera gratuita la primera semana, y luego con un costo de $30.