Tóxico

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Otra de las películas que se estrenan en este contexto de pandemia a través de Cine.Ar es Tóxico, una curiosa ópera prima que no se vería del mismo modo en ningún otro contexto que no sea este.
Mientras estamos encerrados en nuestras casas, y si salimos no podemos hacerlo sin barbijos y el uso del alcohol en gel ya lo incorporamos como un producto imprescindible más, llega a las pantallas de Cine.Ar la película Tóxico dirigida por Ariel Martínez Herrera. Una película que, en otras circunstancias, nos podría haber resultado curiosa, más o menos original, pero que se hubiese visto con una distancia que hoy no existe.

En esta ópera prima, la ciudad parece haber sucumbido ante una extraña enfermedad cuyo síntoma más visible es el insomnio. Locales saqueados, personas con barbijos para no contagiarse (aunque acá la información es tan poca que nadie sabe bien de qué ni cómo se protege), con alcohol en gel, temiendo compartir un mate ya sea con un amigo o con tu propia pareja. En medio de todo eso, una pareja decide subirse en su motorhome y trasladarse a una casa de campo donde creen que podrán estar a salvo, mientras la gente parece volverse loca y aumentan los suicidios.

Así, gran parte de Tóxico es una road movie en la que los dos protagonistas (Jazmín Stuart y Agustín Rittano) se van cruzando con diferentes personas y peripecias a lo largo de este viaje. No es un dato menor que el mayor síntoma sea el insomnio, películas como El club de la pelea y El maquinista nos han enseñado que pasar mucho tiempo (mucho tiempo de verdad, no un par de noches en vela o muchas horas dando vueltas en la cama) sin dormir puede causar un desconcierto ante la realidad, confundirla. En Tóxico las cosas se van tornando cada vez más raras, más absurdas y, por lo tanto, difíciles de asimilar y comprender. Los personajes terminan bordeando o cruzando la frontera entre cordura y locura.

Lo más rico de la historia radica en esas dos personalidades tan distintas que son la pareja protagónica. Él quiere tenerlo todo planeado y en su imposibilidad es quien propone, cuando parece algo apresurado y exagerado todavía, irse, alejarse y, aunque tome ansiolíticos, no consigue relajarse y, de a poco, la paranoia lo va tomando cada vez más. Ella es un poco más relajada, al principio lo toma como una especie de vacación, pero también sabe que es una bomba de tiempo, guarda un secreto que podría cambiar, otra vez, todos los planes. De a poco, la distancia entre ellos se va acrecentando, dejan de tocarse, de besarse y hasta usan barbijos los dos solos, encerrados en su motorhome, como dos cuerpos conocidos que ahora pueden resultar una amenaza.

El film opta por un tono tragicómico y no consigue ser nunca ni tan gracioso ni tan dramático. Las primeras escenas parecen una parodia de lo que se ve actualmente en las calles, como la de la cola en el supermercado: cada uno con su barbijo, esta se ve trabada porque alguien no tiene efectivo (ya que los cajeros tampoco), pero el local no puede aceptar tarjetas porque no funcionan bien las líneas y, mientras tanto, un tipo ya cansado, y quizás resignado, se prende un cigarrillo. Esa especie de situación graciosa por lo absurdo pronto va mutando, a medida que la película avanza lo absurdo ya no será gracioso sino cada vez más inquietante, como la escena en que los detiene la policía en medio de la ruta.

El guion está firmado por cinco nombres: Ariel Martínez Herrera (el director), Luz Orlando Brennan, Lautaro Nuñez de Arco, Santiago La Rosa y Santiago Podestá. Esto puede verse reflejado en un cierto caos narrativo, que presenta varias aristas interesantes pero una resolución que parece apresurada y brusca.

En cuanto a lo técnico, la fotografía es un punto muy a favor. Tóxico ofrece planos muy cuidados y bien construidos, ya sea en lugares cerrados (esa pequeña locación que es el motorhome), como en los abiertos.

En otras circunstancias, probablemente, esta película, de carácter intimista e independiente, que, de todos modos, utiliza muy bien su presupuesto, hubiese pasado más desapercibida. Hoy llega como una extraña jugada del destino en un momento donde es difícil mirarla sin mirarnos. Más allá de eso nos encontramos con una película bien dirigida y con interpretaciones a tono en medio de una historia a la que le falta un poco de chispa y no termina de convencer en su abrupta resolución. Sin embargo, de todos modos, resulta lo suficientemente entretenida y curiosa por sí sola. Y permite, más que nunca, reflexionar sobre los modos del ser humano por intentar sobrevivir ante circunstancias que no puede controlar.