Tótem

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

En el género documental, más allá de la forma de su realización, hay algo que destaca a los autores del resto de los mortales en forma concreta: el poder de observación y el deseo de investigar para satisfacer la curiosidad. Por eso el género necesita de realizadores como Franca González.

Deben ser miles las veces que hemos pasado por Retiro sin reparar en ese tótem que se erigía en la Plaza Canadá. Y debemos ser muchos menos los que nos hemos preguntado por qué estaba allí.

“Tótem” hace un recorrido de su historia en particular. El espectador encontrará sorpresas como que fue donado por Canadá a nuestro país, o que se trata de un verdadero objeto de la cultura indígena del norte del continente. La película en este sentido hace el recorrido inverso en el tiempo para ir del penoso estado en que se encuentra hoy, arrumbado en un baldío, al momento de ser tallado. Si el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene o no desidia para con éste regalo es un tema presente durante un rato.

Pero la responsable de “Tótem”, un estreno interesante, no se contenta con eso, y le otorga un costado histórico e inequívocamente místico al tratar de encontrar el significado de éste tipo de manifestación de cultura ancestral mediante el seguimiento de personajes que todavía hoy mantienen la tradición y la técnica del tallado en madera. Así llega a Canadá. Conocemos entonces a Stan Hunt, hombre de palabras concretas que ha heredado el arte de hacer estas estatuas talladas directamente desde la madera de los árboles.

Se siente cierto bajón rítmico en la narración, probablemente por una incipiente sensación de agotamiento de algún que otro fragmento de la obra, pero la intercalación de archivo invita a focalizarse nuevamente.

Como un ping pong donde el disparador inicial tiene su rebote final al volver del viaje, “Tótem” no se propone otra cosa que obedecer al instinto indagatorio, así el documental no sólo pasea al espectador por lugares poco comunes, sino que también lo invita, a través de lo tácito, a sentir otra muestra del poder de observación en pos del aprendizaje.