Tótem

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

La historia detrás del film es cuanto menos curiosa. Consagrado como el primer monumento a los pueblos originarios de la Argentina, el tótem del título se instaló hace medio siglo en la Plaza Canadá porteña, donde estuvo hace 2008, cuando el Gobierno porteño decidió quitarlo debido a que, según alegó, su estado era peligroso para la seguridad de los transeúntes. La idea original era restaurarlo, pero finalmente se encargó otro similar a Stan Hunt, hijo del constructor de la pieza original y especialista en el tallado de troncos de cedros rojos igual que él.

González y su equipo estaban en el pequeño pueblo canadiense del cual provienen los Hunt para retratar los pormenores de la construcción, hasta que la burocracia hizo de las suyas aplazando el proyecto. Ante esto, el documental cambió de rumbo para focalizarse en el particular carpintero, explorando sus aristas tanto personales (los origines de su familia, el peso del legado) como laborales (las motivaciones e inspiraciones).

El principal mérito de Tótem está, al igual que en Al fin del mundo, en su capacidad para aprehender la inhospitalidad y el frío, convirtiéndolos en protagonistas laterales a partir de la utilización de herramientas puramente cinematográficas. El problema es, sin embargo, la sensación de que lo anterior es menos producto de una búsqueda que de la improvisación ante el quiebre contextual y la imposibilidad de poner sobre el tapete la connotación política del símbolo. Así, y más allá del magnetismo de Hunt y de un auténtico interés por una figura enigmática, el film de González termina convirtiéndose, rara paradoja, en algo bastante más tibio que lo que amenazaba con ser.