Tortugas ninja

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Y faltaba Manuelita

Resulta más que visible y comprobable que detrás de este relanzamiento de los personajes que hicieron las delicias de millones de treintones, cuyo boom se produjo a mediados de los 80 y 90, se encuentra el para muchos odiado y otros amado Michael Bay como productor, aunque también como filtro para un director sudafricano más que obediente.

Nos referimos, claro está, a la nueva aventura – ¿nueva?- de las cuatro tortugas no extraterrestres sino producto de la naturaleza accidental mutante, que nuevamente aparecen en Tortugas Ninja con ganas de quedarse por varios años, desde una supuesta y novedosa operación de reposicionamiento y colocación de producto bajo el pretexto de un film que aspira a ganarse tanto a pequeños, a nostálgicos o público adulto.

El director responsable, Jonathan Liebesman, procuró hacer de un guión mediocre un producto digno y su misión no fue demasiado satisfactoria básicamente por no encontrarle la vuelta a la historia; no evadir ningún estereotipo ni lugar común y aceptar todas las demandas de Michael Bay, quien seguramente con la calculadora bajo el brazo pensó que cambiando tortugas por robots nadie se iba a dar cuenta, inclusive los puristas en un ejercicio de comparación con aquella película de los 90 que contaba nada menos que con la colaboración de Jim Henson para la confección de los muñecos.

Así las cosas, la premisa ubica por un lado al Clan del pie en un plan macabro para desatar una epidemia en la ciudad de Nueva York, para la cual existe un antídoto formado por el mutágeno, sustancia que da poder a las tortugas y que fuera la causante de sus facultades extraordinarias, desarrolladas por años en la alcantarilla que incluso tiene una súper guarida que sería envidia hasta del propio Batman.

Los villanos de turno son Destructor y un secuaz del que no revelaremos identidad por motivos obvios. El nexo con nuestros superhéroes amantes de las pizzas no es otro que la periodista incisiva Abril (Megan Fox), vinculada con ellas por su pasado y portadora de un secreto revelador.

La galería de personajes secundarios está integrada por Whoopi Goldberg como jefa de Megan Fox y el comediante y compañero de ella Will Arnett, quien no tiene química alguna con la chica Victoria Secret, una de las tantas marcas colocadas en el film así como la de la conocida pizza Hut en otro patético recurso de marketing hollywoodense. Si bien los CGI no pasan vergüenza, el excesivo costo de esta producción nunca se justifica en pantalla ni siquiera en una secuencia de acción bastante lograda que involucra una caída libre en la nieve a gran velocidad y con despliegue visual aceptable.

Si el éxito de este relanzamiento traerá secuelas, eso lo sabremos en un futuro muy cercano pero tal vez y pese a las declaraciones de Megan Fox la franquicia diga adiós o hasta pronto, que para los términos de Hollywood significa casi lo mismo.