Torrente 5: Operación Eurovegas

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Al momento de presentar Torrente 4: Lethal Crisis en los cines argentinos, Santiago Segura prometía dar "torrentazos" a su público hasta que este se cansara. Dado que a la cuarta película en la saga no le fue nada mal en la taquilla, se estrena Torrente 5: Operación Eurovegas, una comedia que sigue los férreos lineamientos que el director empezó a establecer desde la segunda parte. Pasa que él encontró una fórmula y esta funciona. No solo el público responde bien a ella en términos financieros, sino que realmente son producciones con un gran sentido del humor. No hay una novedad real en esta quinta entrega, pero los fanáticos del personaje no pueden dejar de disfrutarla.

Ya en 1998 se introducía a este ser cínico y despreciable, un policía corrupto y nacionalista sin respeto ni siquiera por su padre inválido, por lo que con cada continuación se trató de superarlo. Lo que arrancó como una parodia a los films del género se convirtió en la norma. El antihéroe español tiene su franquicia, una en la que cada vez se arriesga menos. ¿La receta? Una trama policial o de acción, guiños claros a aquellos que han visto los films anteriores, innumerables cameos de figuras reconocidas, una canción de turno al estilo producción de James Bond y en el centro de todo Torrente como un espejo de las peores miserias humanas, siempre buscando aumentar su tajada aunque perjudique a todos los demás.

El guionista y director sitúa a su nueva película en el 2018, lo que le permite hacer una crítica política y social en boca de su incorrecto protagonista. La sociedad que conocía no es la misma, Cataluña se independizó y España está fuera del euro... algo original si se considera que la saga más duradera en la filmografía del país se inició cuando la moneda oficial aún era la peseta. Pero Torrente es el mismo de siempre y no hay tiempo en prisión que moldee su carácter -en todo caso lo vuelve peor-, por lo que no tarda en encontrar un plan para intentar salvarse de por vida una vez más. Y para demostrar que la saga sigue firme y que esta es su apuesta más ambiciosa, Segura consiguió que Alec Baldwin tenga un papel central como John Marshall, el hombre que pone en marcha esta suerte de Ocean's Eleven (La Gran Estafa) con Torrente al frente del operativo.

Es que Operación Eurovegas quizás sea la película que más explore los límites del género dentro de la saga. Ya no es una comedia con acción, sino que se lleva adelante un específico heist film, una película de robo en la que se aborda la planificación, ejecución y consecuencias del atraco. Y si en la cuarta parte la novedad era el uso injustificado del 3D, esta se luce a la hora de filmar las secuencias de riesgo. El mayor presupuesto otorga nuevas posibilidades -se puede filmar una persecución a todo trapo- y Segura se ocupa de que el espectáculo valga la pena.

Torrente 5 se desenvuelve a partir de la mencionada fórmula, pero hay un ingrediente clave en ella que es fundamental para que esta funcione. Los cameos, los guiños, la trama de acción, nada de ello saldría bien parado si no fuera por una interminable seguidilla de gags. Segura es una máquina de escribir chistes y como una metralleta los lanza uno detrás del otro. Algunos no tienen impacto, otros no se captan –hay veces que la barrera del idioma se siente- pero en su mayoría surten efecto y la risa fluye, gracias a un notable sentido del humor. Aún así, el refugiarse en guiños al espectador –debo admitir que la variante de las "pajillas" me descostilló- o encontrar comedia siempre en los mismos lugares, da cuenta de las limitaciones.

No son propias del escritor y realizador madrileño, seguramente, sino de su personaje central. Después de cinco películas a lo largo de 16 años, quizás sea hora de que Torrente se retire del negocio. El público responde bien y probablemente siga haciéndolo con una sexta o séptima entrega. Quizás Segura no tenga intenciones de dirigir nada más por fuera de esta franquicia, pero uno no puede evitar sentir ganas de verlo detrás de otros proyectos. Sobre todo cuando se hace evidente que tiene ojo para producciones más jugadas.