Top Gun 2: Maverick

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Hay muchos motivos para celebrar y recomendar con entusiasmo una película como Top Gun: Maverick, sin embargo hay uno en especial que se queda en tu cabeza cuando corren en la pantalla los créditos finales.

La continuación del clásico de Tony Scott trae de regreso la experiencia cinematográfica del viejo blockbuster pochoclero que se perdió muchísimo en los últimos años con el predominio del género de superhéroes, más concentrados en argumentos redundantes y despliegue de CGI

En cierta manera esta película evoca una propuesta similar a la que brindó Blade Runner 2049, en el sentido que no se siente una secuela marketinera que se limita a refritar el film original sino que expande la historia desde una perspectiva diferente.

El director Joseph Kosinski (Tron: Legacy) se quita de encima el fan service en los primeros dos minutos del film, que recrean la apertura de la producción original con el tema de Kenny Logins, Danger Zone, y enseguida se concentra en elaborar un argumento con identidad propia.

Pasaron 36 años y Maverick sigue siendo el mismo sujeto insoportable que conocimos en los ´80, con la particularidad que a esta altura su ego ya toca los anillos de Saturno.

Su rebeldía no lo llevó muy lejos y nunca superó el rango de Capitán en la Fuerza Aérea.

Una elección estupenda del guión ya que esta cuestión sirve como disparador de un conflicto dramático muy rico.

Cuando lo convocan como instructor de Top Gun para una misión especial, Maverick se ve obligado a enfrentar las cuentas pendientes del pasado y esto le permite a Tom Cruise explorar una faceta más humana del piloto, quien ahora termina por despertar una mayor empatía.

Toda la tensión con el hijo de Goose y el apego a la culpa por la muerte de su amigo son elementos que están muy bien trabajados y eso contribuye a que Top Gun 2 sea mucho más que una película de acción.

El modo en que consiguieron involucrar a Val Kilmer dentro de la trama, pese a su problema de salud, fue muy creativo y el que no se emociona con la escena que comparte junto a Cruise debería chequear su pulso porque está muerto en vida.

A Jennifer Connelly le queda demasiado chico el rol de la chica del héroe pero contribuye a brindar una subtrama romántica más tierna que la del film original que suma algunas situaciones divertidas.

Esta continuación contiene además algunos momentos humorísticos que funcionan a la perfección.

El resto del reparto es correcto y tiene el objetivo de representar una Fuerza Aérea con mayor diversidad que la de los años ´80.

La película de Kosinski abraza su propia identidad en el tratamiento de la acción que es el campo donde sobresale esta continuación.

El director ofrece una experiencia inmersiva muy especial donde consigue insertar al público en la cabina de los aviones junto a los personajes.

A medida que avanza el argumento las secuencias adquieren una mayor complejidad y de ese modo se incrementa el vértigo y la adrenalina de las acrobacias aéreas, donde no faltan las locuras de Tom Cruise.

Un fuera de serie que llega a pilotear su propio avión en las escenas de riesgo dentro de un espectáculo que demanda ser disfrutado en una pantalla de cine.

El único campo donde Top Gun: Maverick presenta su mayor debilidad lo encontramos en la banda de sonido que ya sabíamos iba a ser una batalla perdida.

El soundtrack de la obra de Tony Scott fue un fenómeno popular de esos que se repiten (con suerte) una vez cada 30 años, donde todos los temas resultaron hits radiales.

Inclusive la melodía instrumental de Harold Faltemeyer.

En la continuación más allá del aporte de Lady Gaga, que no está mal, las canciones no tienen un gran peso en la narración como en la original.

Un detalle menor que no opaca a una película que le sobran virtudes para destacarse entre los mejores estrenos pochocleros del año.