Tomb Raider

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

15 años después de la saga protagonizada por Angelina Jolie, que resultó en un exitoso primer film y una secuela que quedo en el olvido, llega esta nueva adaptación del famoso videojuego de acción, readaptada a los tiempos políticamente correctos y protagonizada por Alicia Vikander, alejándose mas del personaje que fue un símbolo sexual en las dos versiones anteriores y recuperando la esencia de la versión mas aventurera del videojuego.

En 2013 el juego dio un giro total y transformo a la Lara Croft femme fatale en una jovencísima exploradora, valiente y capaz, pero frágil como cualquier humano en entornos hostiles. Esta nueva versión bebe de dichos cambios y propone una entretenida, aunque predecible, propuesta de acción y aventuras con marcadas influencias de Indiana Jones y una Lara Croft protagonizada por una actriz ganadora del Oscar con más talento de lo que la historia requiere, que recibe un poco de profundidad que nunca existió en las películas de Angelina Jolie.

Una carismática Alicia Vikander -la actriz sueca más conocida por sus participaciones en dramas como La Chica Danesa, por el cual ganó un Oscar a mejor actriz de reparto en 2016- logra registrar una versión más humana de Lara Croft, estilizada y menos voluptuosa de la que ofreció Jolie, mostrando una vulnerabilidad emocional real pero no menos heroica que vive haciendo delivery en bicicleta un poco alejada de su verdadero destino, hasta que su apretada realidad económica la lleva a descubrir un acertijo y su llamado a la aventura.

Es indiscutible, como ya lo era en el juego, la influencia de Indiana Jones tanto en las escenas de acción como en los escenarios y la cuota de misticismo y sus acertijos, aunque no así el suspenso y trama a la hora de unir las piezas del rompecabezas. Basta con mencionar que la aventura se traslada a una isla remota en la costa de Japón, en el infame Mar del Diablo, donde intentara rescatar a su padre y enfrentarse a un inescrupuloso villano para encontrar la tumba de Himiko, una milenaria emperatriz hechicera.

El director noruego Roar Uthaug -La ola- propone una película que se parece mucho al videojuego presentándonos no solo una historia fiel, sino que también acierta en la ambientación, con parajes exóticos, templos y civilizaciones antiguas, y guiños estéticos al juego como una Lara Croft desalineada, resolución de acertijos y puzles, la habilidad y varias escenas que parecerían sacadas del videojuego.

Si bien Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft logra llevarse varios laureles, en comparación a otras adaptaciones desechables como lo sucedido con Warcraft: El origen y Assassin’s Creed, hay un aspecto de los videojuegos más complejo de trasladar a la experiencia cinematográfica como es la interactividad. 

Ni la dosificación del suspenso para resolver los misterios, ni sus personajes secundarios unidimensionales con un débil e intrascendente villano, seducen al espectador a interesarse por otra cosa que no sea el desarrollo de la aventura.

Aun así, Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft cumple como una entretenida película de aventuras al estilo Indiana Jones, cuyas secuelas serán directamente proporcional a sus resultados en la taquilla.