Todos tenemos un plan

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Esta producción, que marca el debut como directora y guionista a Ana Piterbarg, viene precedido por innumerables apoyos, sean logísticos, publicitarios, de marketing, poniendo en juego los premios Oscar, ya que tal como se anuncia es de los mismos productores de la ganadora de ese premio por “El secreto de sus ojos” (2009). También recurre al “star system” pues viene promocionada por la figura del actor yankee Viggo Mortensen, quien vivió muchos años en la Argentina y es hincha fanático del club San Lorenzo.

Mortensen es Pedro y Agustín, dos hermanos gemelos con vidas increíblemente diferentes, ambos criados en las islas del delta del Tigre. Agustín es un médico pediatra que circula por la ciudad de Buenos Aires con una vida media acomodada, en tanto Pedro, que se quedo en las islas, es un criador de abejas, con algunas incursiones en el delito. En la ciudad se suma Soledad Villamil como Claudia, esposa de Agustín, quienes luego de varios intentos y sendos tratamientos, todos infructuosos, deciden adoptar un bebe.

Casi contemporáneamente a que Agustín, con el bebe ya nacido, decide desistir de la adopción, previo a una etapa de indecisión, aparece Pedro de visita por Buenos Aires, casi escapándose del Tigre por su participación en algunos hechos de los espectadores somos testigos.

Ambas acciones marcarán una toma de decisión drástica de Agustín, quien es abandonado por Claudia, enfrentando un estado depresivo que sobreviene se recluye en el departamento, casi se abandona, cuando aparece Pedro, y en Agustín se le cruza la idea de intercambiar sus vidas.

Eso no puede ser posible por el verosímil en la construcción de los personajes.

Todo el filme intenta adentrarse en el registro del policial negro, poseyendo la mayor parte de los elementos constitutivos a ese efecto, muy buen diseño de arte, muy buena fotografía, excelente la música, estas dos últimas son las que le dan mayor impronta, creando climas y suspenso, pero los deben crear pues el guión no los tiene o no fueron bien plasmados en el filme.

Mas allá de otros motivos, como subtramas que no se cierran, ejemplo las de los hijos del Amadeo (Oscar Alegre) el almacenero, Francisco (Sergio Boris) y Fernando (Alberto Ajaka). Tampoco sabremos nunca del destino de Ruben (Javier Godino), el sobrino de Adrian (Daniel Fanego), lo mejor en actuación del filme haciendo de un cínico asesino memorable.

Los dos personajes que encarna Viggo Mortensen están muy lejos de aquellos que pudo mostrar tanto en “Una historia violenta” (2005), como en “Promesas del Este”, ambas realizaciones de David Cronenberg. En “Todos tenemos un plan” su trabajo es correcto, pero no promueve ningún sentimiento en el espectador. Pero lo más flojo que se aprecia en este rubro lo encontramos en los personajes femeninos. Difícilmente se pueda hallar rápidamente en una historia a un personaje tan poco importante como el de Claudia, es tan débil en su desarrollo, con incidencia casi nula, a punto tal que uno podría cercenar las escenas en las que interviene y no modificaría nada, pero sería una lástima pues nos perderíamos la posibilidad de ver a Soledad Villamil, quien cumple con creces, su actuación atraviesa al personaje y lo disminuye. Por ultimo, y lo lamentable, es Sofia Gala Castiglione asumiendo a Rosa, un personaje en realidad protagónico, su voz abre el las acciones con una frase que debería sostener el significante del relato: “Cuando la colmena no anda bien, hay que cambiar a la abeja reina”. No es culpa suya que esto no suceda, pero en cuanto a la actuación, hasta podría ser expreso delineamiento de la directora, situación que la justificaría, la hija de Moria Casan, o por lo menos su personaje, tiene menos mascaras que Freddy Kruger y menos tonalidades de voz que Buster Keaton.

Un buen intento que por defectos de guión hace que muchas cosas, sobre todo acciones de los personajes, no estén justificadas ni aparezca una motivación, mientras otras muchas queden inermes, abandonadas, en tanto algunas situaciones aparezcan como forzadas, por ende poco creíbles.