Todos lo saben

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Lo nuevo del talentoso director iraní Asghar Farhadi, dos veces ganador del Oscar al Mejor Film hablado en idioma extranjero, por “La separación” (2011) y “El viajante” (2016), entrega una coproducción española acompañada de un elenco internacional de lujo. Presentada como película de apertura del Festival de Cannes el último mes de mayo, el film concursó por la Palma de Oro.

Laura (Penélope Cruz) viaja con sus hijos desde Buenos Aires a su pueblo natal, en España, para asistir a la boda de su hermana. Lo que iba a ser una breve visita familiar se verá trastocada por unos acontecimientos imprevistos, que sacudirán las vidas de los implicados, incluidos su marido (Ricardo Darín) y un antiguo amor de juventud (Javier Bardem).

Como puede verse en la sinopsis, “Todos lo saben” plantea, desde su título, un enigma. Que el espectador irá develando a medida que el relato avanza, gracias a la hábil labor del director para involucrar al público con el grado de conocimiento justo y necesario sobre los acontecimientos: qué es aquello que todos saben y nadie dice. El secreto se irá descubriendo poco a poco y la información revelando viejas cuentas pendientes del pasado, de modo selectivo y gracias a sutiles detalles. Conversaciones claves nos guiarán como pistas, a medida que la historia va tejiendo complejas relaciones humanas y lucha de intereses, en lo que resulta un sofisticado estudio del comportamiento humano.

La cámara registra con acierto y rigor el costumbrismo de un pueblo (el viñedo, el bar, la plaza, el entorno rural, lo autóctono de su gente, la música), que demuestra alegría en su fachada -la celebración de la boda funciona como excelente prólogo argumental y disparador de la incógnita-, así como extrañeza en su interior –el reloj, los pájaros y la oscuridad del campanario abandonado es un guiño hitchockiano ineludible-. Con semejantes condimentos, el espectador buscará adivinar la intriga planteada a medida que sórdidos eventos cobran dramatismo.

Es notable la capacidad del iraní a la hora de manejar la emotividad, quien a lo largo de su carrera ha desplegado una consabida capacidad para conmover gracias a un tratamiento muy estilizado de la imagen como herramienta expresiva de su narrativa. Farhadi, director de “El Pasado” (2013) posee un notable poder visual para expresar, con sentimentalismo, las huellas de la propia existencia marcadas por el dolor y la pérdida, el doblez moral, aquello que la aparente quietud puede ocultar tras de sí. Aquí vemos el retrato de una familia cuya apariencia de camaradería y unidad oculta complicidades y desconfianzas, generando total incertidumbre. Internamente dividida, quebrada en su fibra más íntima, es lógico pensar que cada integrante busca sacar propio rédito de la tragedia que motiva la historia.

Javier Bardem, Penélope Cruz y Ricardo Darín son el trío protagónico estrella que ofrece unas interpretaciones extraordinarias, potenciadas por la labor del director. Para la dupla española, es la segunda vez en poco tiempo que coinciden en pantalla: vienen de protagonizar “Loving Pablo” (2017, dir. Fernando León de Aranoa). Para el notable intérprete argentino, es otra de sus celebradas colaboraciones con el cine español, añadiendo una nueva joya interpretativa a su prolífica carrera cinematográfica.

El autor concibe un film apelando a las conocidas fórmulas y artificios propios del género –el melodrama, el thriller de secuestros– combinando el espíritu latino que la historia respira y los entresijos de una narración que funciona como un mecanismo de relojería. Historia coral plena de giros argumentales, la caracterización de algunos personajes (miradas y gestos que generan desconfianza, incomodidad) y su puesta en escena (la lluvia y el corte de luz como disparadores del episodio) traen al recuerdo a los conocidos whodunit de la literatura policial inglesa, en especial a Agatha Christie, conformando un cóctel visual y narrativo subyugante, muy disfrutable.

Farhadi investiga la historia sentimental (¿reprimida?, ¿latente?) entre los personajes que interpretan Bardem y Cruz, al tiempo que ya instaurada la intriga el personaje interpretado por Darín encaja a la perfección para insertar aún más desconcierto. Particularmente allí, el relato se vuelve revelador y sacude al espectador con un interrogante que pone en juego la ética de sus protagonistas, a medida que la sospecha generalizada va ganando territorio. Todos podrían ser culpables y estar implicados. Todos tendrían un motivo.

Explorando con intensidad los rincones del misterio que busca desentrañar, el cineasta iraní utiliza esta compleja y sombría trama familiar como vehículo para reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la condición humana, un opresivo examen de conciencia acerca de los límites de la moral y los perversos lazos familiares. Para ello necesitará un espectador atento y consciente de que, en última instancia, lo que preocupa al director no es descubrir la identidad de un culpable. Lo que realmente importa es saber de lo que seríamos capaces. Hasta dónde llegarías?