Todos lo saben

Crítica de Marcelo Cafferata - El Espectador Avezado

El cine del director iraní Asghar Farhadi, ganador en dos ocasiones del Oscar a la Mejor Película Extranjera con sus films “Nader y Simin: Una Separación” y “El viajante” vuelve en esta ocasión con una producción más ambiciosa, “TODOS LO SABEN”, que ha sido elegida como film de apertura del Festival de Cannes de este año, compitiendo por la codiciada Palma de Oro.
La primera diferencia que se establece inmediatamente respecto de sus films anteriores, es que en esta ocasión filma con un elenco completamente de habla hispana (algo que en parte ya había probado en “El Pasado” con la participación de Bérénice Bejo, filmando en francés) y contará la historia de un clan familiar en un pequeño pueblo del interior de España -está filmada en Torrelaguna, Madrid y Guadalajara- que, al menos en la superficie, no aparenta tener ninguna marca de la cultura iraní.
La trama se centra en Laura (Penélope Cruz), quien volverá después de una larga ausencia a esa casa familiar con motivo del casamiento de una de sus hermanas (Inma Cuesta), dejando a su marido (Ricardo Darín) en Buenos Aires.
Se alojará en el pequeño hotel que explotan su hermana y su cuñado (Elvira Minguez y Eduard Fernández) y se enterará rápidamente que su sobrina (Sara Sálamo) se ha separado de su conflictiva pareja.
La llegada de Laura es noticia en el pueblo por lo que no tardará en encontrarse con su antiguo amor, Paco (Javier Bardem) y con su actual esposa (Bárbara Lennie) quienes actualmente explotan las tierras que, antes de que Laura emigrase a Buenos Aires, habían sido de su familia.
Farhadi se toma su tiempo para introducir a cada uno de sus personajes en una larga primera parte del filme, en la que comienza a tejer lentamente el entramado familiar, describe minuciosamente los vínculos que unen/atan a cada uno de los personajes hasta que detone el conflicto que será el eje central del filme, cuando en la noche de la boda, en plena fiesta, la hija de Laura desaparezca de su habitación sin dejar ningún tipo de rastros.
Si bien todo lo que tiene que ver con la desaparición de Irene le da a “TODOS LO SABEN” un tono de thriller, Farhadi solamente utiliza los mecanismos del género a nivel formal, dado que su verdadera intención es dejar al descubierto una serie de secretos y encrucijadas morales que se despiertan/se reactivan en los personajes a partir de ese hecho.
Y justamente el título refiere a algo que se pretende ocultar en el alma familiar, pero que es un secreto a voces, es algo que ya todos saben pero todos ocultan, todos tapan, todos callan.
Lo que puede reprocharse al guion, en esta ocasión, es que algunas decisiones y ciertos giros se abordan con todos los clichés propios de una telenovela más que de un filme de un director internacionalmente consagrado (esto se evidencia sobre todo en algunas escenas vinculadas con el secreto y el ocultamiento familiar o cómo uno a uno de los personajes se le revela la identidad de los secuestradores).
No obstante, los temas que Farhadi se propone analizar, son complejos, interesantes y meticulosamente analizados, con su marcado estilo personal: una mirada teñida de su cultura, su origen, sus costumbres y sus tradiciones, con dilemas éticos y morales que no son tan fácilmente extrapolables en un microcosmos netamente latino.
Si bien el clima de thriller funciona y las tensiones dramáticas de los personajes están muy bien construidas, la manera “iraní” de abordar esos conflictos, hacen que algo pueda parecer ajeno cuando los personaje se manejan con el temperamento sanguíneo y explosivo de una familia castiza/latina.
Fahradi vuelve a concentrarse con una postura casi filosófica sobre los ocultamientos, la culpa, el rencor, las consecuencias de los actos del pasado en el presente, la traición, el silencio, y su tratamiento hace que el filme respire un aire donde podemos ver su cine en cada escena. Y esa es la principal potencia de “TODOS LOS SABEN”.
Por supuesto que el clima de melodrama, por momentos exacerbado, funciona a la perfección porque es uno de los elencos más sólidos del cine español con el que cualquier director pudiese soñar para su proyecto. Penélope Cruz vuelve a demostrar su enorme talento como actriz y compone a Laura con toda la carnadura que el personaje necesita, al estilo de sus papeles fuertes en “Volver” de Almodóvar o “Ma Ma” de Julio Medem.
La química que establece con Javier Bardem (un Paco perfecto, impecable) es excelente y quien aparece triangulando este vínculo es nada menos que Bárbara Lennie en otro personaje que le permite establecerse como una de las grandes actrices de su generación (después de su trabajo en “Una especie de familia” de Diego Lerman, su inolvidable protagónico en “Magical Girl” o “La Enfermedad del Domingo”).
Pero lo más llamativo es que en cada uno de los papeles secundarios, con total relevancia y sentido dramático dentro de la trama, encontramos a una selección de actores de lo mejor del cine español actual: Elvira Minguez y Eduard Fernández encabezan el elenco secundario mientras que también suman notablemente las participaciones de Inma Cuesta (Ana, la hermana que contrae matrimonio), Ramón Barea (como el padre de Laura) y Roger Casamayor (el marido de Ana).
Ricardo Darín aparece, en cambio, como incómodo en el papel que le toca jugar, sobre todo en algunas líneas vinculadas con una postura religiosa que toma frente a algunas situaciones, que no le sienta para nada bien.
La belleza de las imágenes, la potencia visual y cargada de poesía, se contraponen con la oscuridad de una familia que guarda secretos y rencores en su núcleo más profundo y para cuando Fahradi nos regale la escena final impecablemente fotografiada, entenderemos que muchas veces el motor que mueve el complejo mecanismo familiar necesita inevitablemente de esas zonas más oscuras, más dudosas, más egoístas, aun cuando los convoque el amor más fraternal.