Todo un parto

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

Otro parto

Por la simultaneidad con la que fueron entregadas, resulta casi imposible desligar a ¿Qué pasó ayer? de este nuevo film de Todd Phillips. Sin embargo el planteo, la construcción del film es distinta. Aquí estamos ante una comedia contenida entre la road-movie y la buddy-movie que avanza con un guión prácticamente episódico, sólo que esas partes se definen mejor aisladas que en la integridad del film. Esto no quita que sea una buena comedia y que a esta altura estemos en condiciones de decir que Zach Galifianakis es un gran comediante, no, de hecho, es un gran actor, y que Robert Downey Jr. también puede ser un gran comediante como ya lo demostró en la antológica comedia de Ben Stiller, Una guerra de película. Pero no todo aparece tan logrado, a veces algún chiste se diluye en la obviedad y en otros la misma trama se diluye porque, al plantearse como una buddy-movie, no faltan ocasiones en que veamos que el nexo entre los personajes aparece forzado e inverosímil. Aún con este lastre a cuesta la comedia se sostiene a fuerza de una energía y una rusticidad a la cual el director nos tiene acostumbrados, siempre trabajando sobre un hecho cotidiano (o que se asume cotidiano) llevado a una alucinación pesadillesca.

En ¿Qué pasó ayer? teníamos a un grupo de muchachitos aburguesados que se van de joda a Las Vegas para terminar “dados vuelta” literalmente, metidos en una trama detectivesca donde todas las partes adquirían cohesividad cuando averiguábamos que diablos pasó durante el desenfreno causado por alcohol y otras sustancias. El mérito estaba en un guión quirúrgico donde lo situacional del gag fluía con la trama convirtiendo, precisamente, esa salida aparentemente inofensiva en una auténtica pesadilla descontrolada. En Todo un parto hay varios elementos en común con su película anterior. Ya dijimos lo del elemento pesadillesco y en esta ocasión está trasladado a Peter Highman (Robert Downey Jr.), un tipo corriente que desea asistir al nacimiento de su hijo luego de dar una conferencia. La cuestión es que luego de un malentendido a raíz de su encuentro con un tal Ethan Tremblay (Zach Galifianakis), le será imposible utilizar la vía aérea y perderá su billetera y casi todas sus pertenencias en el camino. Lo que parecía sencillo se transforma entonces en una odisea a través del continente americano para llegar a Los Ángeles.

Entonces aquí la formula cambia pero, me aventuraría a decir, no la cosmovisión del punto de vista desde donde se concibe el film. Ambas películas juegan con esa coherencia ya que en ambos hay una cuestión conservadora o, en todo caso, asimilada y normalizada institucionalmente que se termina subvirtiendo, saliéndose de los límites, para luego volver a la aparente “normalidad”. Con esto lo que quiero decir es: la fiesta, el “descontrol” previsto (no sus consecuencias) por los personajes de ¿Qué paso ayer?, es semejante al viaje previsto (no sus consecuencias) para la asistencia al nacimiento de su hijo por parte de Peter Highman. Ambas premisas involucran a un mundo burgués donde la incoherencia y la paranoia acechan a presas ingenuas que caen en un sitio donde todos sus temores hacen que lo que hubiera resultado normal se transforme en una pesadilla. Por eso estimo que son relatos complementarios, a pesar de que son películas completamente distintas en la forma en que fueron concebidas.

Y aquí es donde entramos en el terreno donde hablamos de porque Todo un parto resulta irregular. Se trata de una comedia que en su planteo de buddy-movie resulta un tanto forzada porque el nexo entre Peter y Ethan resulta prácticamente insostenible para cualquier tipo de verosímil ni bien pase la mitad del film. Esto no quita que alcance a mantenerse, pero el guión se muestra más quebradizo en cuanto al desarrollo de personajes, particularmente porque a diferencia de ¿Qué pasó ayer? este factor es determinante debido al subgénero en el que se enmarca. Antes que lo situacional esta es una película de personajes y no alcanza el excelente nivel actoral para compensar lo que entiendo como un bache en el guión.

Pero, y sin embargo, el film tiene grandes secuencias que, después de todo, son guionadas. Esto genera que nos acordemos de la secuencia en la frontera con México, del viaje psicodélico con el “Hey you” de Pink Floyd o del delirante enfrentamiento con un ex combatiente, pero no tanto de la relación entre Peter y Ethan que es, después de todo, el disparador del film. En todo caso, la habilidad para los gags, particularmente la brusquedad con la que son resueltos algunos, sigue siendo una marca registrada que se mantiene gracias a la innegable destreza de Phillips para filmar secuencias de acción y por la particular intensidad en el trabajo de montaje.

En definitiva, Todo un parto es una buena comedia que confirma el talento de Galifianakis pero que se vale más por sus partes que por el todo. De alguna manera intuye sus fallas pero queda atrapada en una trama fragmentaria sin cohesividad que, a pesar de todo, logra entretener.