Todo, todo

Crítica de Julián Brennan - Cinergia

Enséñame a soñar

En los últimos años, las películas que evocan al amor adolescente son muchas, pero varias comparten un factor común: las enfermedades incurables o casi incurables que los separan o dificultan el poder sentir el amor de otra persona. Por ejemplo en Bajo la misma estrella, la protagonista principal tiene cáncer y está cercana a la muerte por lo tanto le queda poco tiempo para estar con su amor; en El espacio entre nosotros podemos ver a un joven marciano humano que no tiene un sistema de defensa para resistir el aire de la Tierra. Pero en Todo, todo dirigida por Stella Meghie, recurrieron a una enfermedad que no deja al personaje salir de su casa: la Inmunodeficiencia Combinada Grave. Sí, la misma de ese joven Jake Gyllenhall en El niño burbuja (2001).
¿Qué podemos decir de esta peli? No mucho, no es nada que no se haya visto antes. Está basada en una de las novelas para jóvenes más exitosas del 2015, escrita por Nicola Yoon y no es algo que podamos decir que vale la pena ir a ver. Eso sí, si sos un joven de entre 14 y 18 años, te va a encantar, está hecha para un público así.

Algo interesante que muestra, pero no bien hecho, es la relación entre los personajes principales, donde el teléfono, durante la mayor parte del largometraje, es la única manera de comunicarse entre ellos. Lo que más falla durante el film es que la trama no es creíble, nadie con un dedo de frente puede creer que una joven de 18 años puede permanecer encerrada en una casa herméticamente clausurada. El argumento falla en ese punto y debilita todo lo demás.

Por último, los protagonistas, que seguramente los conoces a pesar de su corta edad: Amandla Stenberg, Rue en Los juegos del hambre, se esfuerza porque su personaje interese y sea completo, pero se queda a medio camino, al igual que Nick Robinson, que empieza bien pero el guion lo va debilitando por dejar historias interesantes atrás, como la de su mamá.