Todo para ser felices

Crítica de Hernán Khatchadourian - Diario Popular

Separados con hijas

Una película francesa retrata fielmente la crisis de los 40 que sufre un productor musical al que le encargan cuidar a sus hijas durante un complicado divorcio

Las películas francesas siguen cotizando alto en lo que respecta a su realización, pero por sobre todo en lo referente a las historias que cuentan y la manera en que llegan al espectador.

Todo para ser Felices es un claro ejemplo de cómo hacer mucho con recursos limitados y salir airoso de la situación, con una propuesta que mezcla drama, comedia y ternura sin dejar de lado la propuesta central.

La historia relata las andanzas de Antoine (Manu Payet), un ex baterista y productor musical bastante inmaduro que cree que acaba de descubrir a la estrella que le cambiará la vida y por eso apuesta a ella todo su futuro, incluido el de su familia.

Esta vida nocturna que lleva termina por impactar en su relación de diez años con su esposa Alice (Audrey Lamy), que lo ve como un niño más que cuidar en vez de un marido, lo que los lleva a divorciarse.

Libre del “grillete” que le suponía su familia, Antoine se dispone a divertirse y dejar atrás la “crisis de los 40” que lo venía afectando cuando recibe un encargo desesperante: debe cuidar a sus dos hijas, de 5 y 9 años, durante 15 días mientras su esposa sale “de vacaciones” con “alguien”.

Durante esas dos semanas al lado de las niñas, Antoine redescubrirá lo que es ser padre y también un esposo responsable aunque su situación parezca irreversible.

Lo que en un principio parece una comedia de enredos, es en realidad el retrato cruel y despiadado de lo que significa para un hombre acercarse a las cuatro décadas de vida sin haber valorado a su familia y habiendo apostado a todo aquello que, en apariencia, no prospera. “Teníamos todo para ser felices”, le recuerda a Alice a Antoine mientras hacen la división de bienes en el departamento que compartían.

Pero más allá, de esos detalles, la película también toca otros temas como el recambio generacional (la veinteañeras que dejan papelitos con teléfonos), la responsabilidad que conlleva traer hijos al mundo y por sobre todo cómo se pasan veinte años sin que una persona tenga tiempo de reaccionar.

“Todo para ser felices” sorprende porque la propuesta parece sencilla pero va tomando otras dimensiones a medida que transcurre la trama y el protagonista evoluciona a pesar de sí mismo.