Todo para ser felices

Crítica de Fernando López - La Nación

Todo para ser felices: la paternidad recuperada

Aunque está acercándose a la cuarentena, está casado y tiene dos hijas, Antoine no es un tipo hecho para la vida familiar, más allá de la opinión que puedan tener los que acostumbran a emitir juicios tan impertinentes respecto de los sentimientos ajenos como el que da título a esta comedia liviana que por lo menos sabe evitar tanto las pretensiones moralizadoras como los resbalones hacia lo sentimental. Al fin, Antoine, que un buen día se reconoce incapaz de renunciar a las libertades de las que disfrutaba y aspira a recuperarlas, sin considerar que cambiar de vida resulta bastante más complejo que cambiar de canal o de modelo de iPhone. Sobre todo ahora que su mujer ha aceptado la separación y que, sin ella en casa, él deberá, temporariamente, hacerse cargo de los chicos. Las cosas no le serán fáciles, pero también la forzosa readaptación tendrá su costado positivo: la relación padre-hijas ganará con ella (que beneficia también el renovado vínculo con su ahora ex esposa), sin que ello signifique ceder a la tentación del fácil final feliz. Pero eso sí: al grato film de Gelblat no le faltan pinceladas certeras sobre la vida en la sociedad de hoy.