Todo lo que veo es mío

Crítica de Julián Brennan - Cinergia

La influencia de Marcel Duchamp

Dirigida a dúo por Roman Podolsky y Mariano Galperin, Todo lo que veo es mío cuenta la historia de Marcel Duchamp, famoso artista francés, durante su paso por Buenos Aires entre 1919 y 1920.

Rodada en blanco negro, lo cual acompaña a la actitud de Michel Noher, protagonista del film, la película muestra lo cotidiano de la estancia del artista en Buenos Aires: se lo puede ver jugando al ajedrez (obsesión real de Duchamp) o intentando sacarle lo quemado a una tostada. Eso sí, por momentos este tipo de escenas tornan algo lento el film.

A través de una voz en off que lee cartas o conversaciones con la co-protagonista, Malena Sánchez, quien interpreta a la musa de Duchamp, Yvonne Chastel, se intenta agregar al ritmo al largometraje, pero no termina de funcionar, todo queda como si estuviese de más.

Algo que sí se puede decir que estuvo muy bien, es la reconstrucción de la época a partir de las locaciones, como el pequeño departamento de Duchamp o el pequeño palacio que visita, todo esto a pesar del notorio bajo presupuesto que se debe haber manejado.