Todo lo que veo es mío

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Se propone nada menos que reconstruir los diez meses que Marcel Duchamp pasó en nuestro país, los más misteriosos de su vida. Que cosas pensaba y como vivía, que cosas cambiaron su vida, como el mismo expresó, en que ocupaba sus días de aparente ocio y obsesión por el ajedrez (la única verdad histórica comprobada), como era el regalo en “Ready made” que le envió a su hermana desde Buenos Aires. Lo que intentan los directores Mariano Galperin y Román Podolsky es reconstruir sus laberintos mentales, su tiempo de repensar e inspirarse. Para ello eligieron el blanco y negro elegante y neto y transformaron cada fotograma es una pieza de arte de buen gusto y elegancia, imaginaron un itinerario lejos de la biopic tradicional. Mostraron atisbos de su extravagancia, utilizaron sus cartas para mostrar su pensamiento siempre inquieto, su mirada atenta, su genio presto. Claro que el resultado también es frío y un tanto alejado de la comprensión. Gran elenco encabezado por Michel Noher y un intento distinto, preciosista del cine nacional.