Todo en todas partes al mismo tiempo

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Cuando el planteo de una película de aventuras y humor tiene que ver con la acumulación de universos, ese comodín de películas basadas en comics, que permite cualquier rulo de argumento, uno piensa de inmediato en un presupuesto millonario dedicado a los efectos especiales. Pero lo que hacen los creadores de este divertimento tan intenso como delirante está muy lejos de ese despliegue. Daniel Kwan y Daniel Scheinert, los “Daniels” directores y guionistas, crean una comedia donde una heroína descubre que cae en un multiverso colorido, creativo, humorístico y sorprendente. Para la dueña de una lavandería, que se desespera por zafar de una inspección de impuestos, que casi no se comunica con su marido ni con su hija, que los ignora, encontrarse con realidades paralelas no la libera sino que multiplica sus problemas. Aquí al principio viene lo mejor de la película que acumula ideas como que un portal es un “bagel”, que hay un mundo donde todos tienen dedos de salchicha, o que la protagonista pase por roles tan dispares como estrella de cine de Hong Kong a experta en kung fu, con sus familiares y conocidos, también transformados. Todo se parece a una catarata frenética e imaginativa. El problema es que a las dos horas y cuarto de película espectador puede sentirse abrumado con tanto ritmo y las reiteraciones son inevitables. La magnífica actriz Michelle Yeoh esta perfecta en su rol, y los rubros técnicos, de maquillaje, peinado, compaginación, musicalización están a la par del talento creativo y ayudan a sus excesivos creadores.