Todo en todas partes al mismo tiempo

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Y si: esta va a ser una calificación extraña. Una Recomendación del Editor que califica solo con 3 atómicos (buena). ¿Y por qué pasa esto?. Si bien hay aspectos de la película que me impresionaron, creo que el masivo despliegue visual termina intoxicando el núcleo del relato – que es el redescubrimiento de que tu vida no ha sido un desperdicio absoluto sino que todo lo que te rodea ahora ha sido fruto de tus elecciones y representan objetivos valiosos, aún cuando sean muy modestos o imperfectos -. Quizás una segunda visión pula mi opinión pero no estoy seguro de si deseo volver a pasar por la misma experiencia otra vez.

En el fondo el núcleo de Everything Everywhere All at Once (Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo) es el mismo de Hechizo del Tiempo: hay un elemento fantástico que obliga al protagonista a recapacitar sobre su vida y termina convirtiéndose en mejor persona. En el filme que nos ocupa las cosas son bastante mas complejas que en la cinta de Bill Murray simplemente porque el mecanismo elegido se basa en los Multiversos – hay copias de ti viviendo en dimensiones paralelas, y esas copias llevan vidas radicalmente diferentes a la tuya ya que tomaron decisiones de vida completamente distintas en distintos estadíos de sus existencias -. Desde que vos hayas nacido en otra familia, a que tu familia te haya impedido casarte con tu novio, que te hayas divorciado de él mucho antes, que no hayas tenido hijos o que hayas elegido otra carrera por poner algunos ejemplos. Claro, ésta es una película de los Daniels (Dan Kwan & Daniel Scheinert), los mismos de Swiss Army Man – aquel chifle con Daniel Radcliffe convertido en zombie multiusos que permitía la supervivencia de un náufrago Paul Dano -, así que no esperen que todo sea lineal o correcto. En un universo Michelle Yeoh tiene dedos como panchos y está en pareja con la avinagrada empleada de la Oficina de Impuestos – una irreconocible Jamie Lee Curtis -, con lo cual los dedos gruesos y largos los usan… para su “beneficio”.

Everything Everywhere All at Once se divide en dos actos: el primero se hace largo y cansino y dura 52 minutos, que es el detalle de la vida actual de la Yeoh, la cual es el pilar de su familia. Su marido (Ke Huy Quan… Short Round! de Indiana Jones y el Templo de la Perdición devenido cincuentón) es un buenazo medio inútil y ultra optimista que ahora quiere divorciarse porque siente que ella ya no lo quiere; su hija es lesbiana y, para colmo, está enredada con una chica blanca a quien Yeoh apenas tolera; la noticia de la nieta gay no puede llegar a oídos del ultraconservador abuelo (James Hong, con 93 pirulos y 453 participaciones cinematográficas (!) sobre el lomo y aún en carrera), el cual siempre se encarga de recordarle a la Yeoh que es una fracasada. Como la Yeoh es una mujer orquesta – se encarga de todo, vive renegando con todos y está harta de su vida mediocre, atornillada a un lavadero que compraron hace 20 años y que definitivamente no prospera – está cansada y desearía algún tipo de cambio en su vida. Como la declaración de impuestos del lavadero no le cierra al IRS (la DGI norteamericana), la familia en conjunto acude a una cita con la inspectora (Curtis), una burócrata con pinta de fracasada, quien les hace sentir todo el poder de su miserable posición en un organismo del Estado. Mientras esto ocurre el marido de la Yeoh (Quan) parece poseído, le pasa mensajes secretos y le da unos auriculares Bluetooth donde ella comienza a recibir mensajes. Ahí escucha la sacadísima historia de que el universo está partido en dimensiones con diferentes versiones de la Yeoh en cada una, y que hay una supervillana llamada Jobu Tupaki que ha construido una superarma para destruir el Multiverso… la cual solo va a funcionar luego que Tupaki mate a todas las Yeoh de cada mundo existente. Como la versión de la Tierra actual es la última que queda viva, Quan debe darle un curso acelerado (a lo Matrix) para que Yeoh asimile talentos y conocimientos de sus versiones de otras dimensiones: para ello debe cometer todo tipo de actos bizarros para conectarse a su otro yo en tal o cual dimensión, sea desde cortarse cuatro veces los dedos con papel hasta orinarse encima (nada del anillo mágico del Doctor Strange que hace circulitos con fuegos artificiales ni puertos USB implantados en tu cerebro y listos para cargar programas a lo Neo). Cuando Tupaki aparece en el IRS causa estragos pero Quan – que hasta ese entonces era un bobalicón sentimental con buen corazón – sintoniza a su versión de la dimensión Alfa y termina dándole una paliza estilo Jackie Chan a los esbirros de Tupaki ante el asombro de Yeoh. Y a partir de allí emprenden la huida, ya sea aprendiendo nuevas cosas o dejando que su espíritu posea a una de las versiones alternativas del Multiverso.

Mientras que el viaje por los Multiversos es entretenido (y da pie a un montón de situaciones bizarras; la mas magistral de ellas es cuando todos se pelean por unos trofeos con forma de consoladores (!!) que deben ponérselos donde no les da el sol para aprender instantáneamente super Kung Fu!), a veces se estira demasiado y resulta por demás de caótico. Es recién en la media hora final donde los Daniels sacan el pie del acelerador y deciden darle oxigeno al relato, descubriendo que todo esto no es mas que una lucha entre generaciones de una misma familia. En el medio la Yeoh canta, se ríe, patea traseros, vuela, le crece un tercer ojo, llora y termina por darse cuenta de que su vida no es una existencia desperdiciada y de que lo poco que tiene realmente vale la pena.

Ciertamente el enfoque del Multiverso de los Daniels es mucho mas excitante que el de la última de Doctor Strange. Es obvio que los tipos tienen creatividad para dar y repartir pero creo que se pasaron de rosca con las golosinas (no deja de ser muy divertido en varias ocasiones) y estiraron las cosas de más, restándole peso dramático al final que llega como media hora tarde. El elenco es excelente y definitivamente este es el mejor rol que ha tenido la Yeoh en años – ¿podrá llegar a un Oscar? – ya que los directores le piden que haga de todo en una misma película.

Que Everything Everywhere All at Once es recomendable, no te quepa la menor duda aunque probablemente no todos la disfruten. De que sea divertida, por supuesto que lo es. Pero de que sea redonda no estoy tan seguro porque creo que precisaba una dirección mas ajustada al principio y durante el engolosinamiento con todas las posibilidades bizarras del Multiverso.