Todo el año es navidad

Crítica de Ernesto Gerez - Metacultura

El ojo bisturí

¿Será Frenkel el director actual que mejor nos retrata? A los que somos medio aparatos, que operamos autogestionados por fuera de las grandes ligas de lo que sea (cine, radio, música, etc.) seguramente que sí; pero lo de Frenkel va más allá de los grupos que retrata (en la película que nos ocupa, los Papá Noeles). La diferencia con otros directores que también tienen esa ambición de retratar a la sociedad, como por ejemplo Gastón Duprat en Mi Obra Maestra (sobre todo en aquella escena en la que el personaje interpretado por Francella se pone a sacarle la ficha a los extraños que pasan por Plaza San Martín), es que las sensaciones que dispara el cine de Frenkel parecieran ser una consecuencia de su relato (de su ojo) y de su curiosidad, y no una arbitrariedad de un guión ni una idea del director metida a presión en una trama. En Todo el Año es Navidad (que toma su nombre de un viejo programa de televisión y de la película homónima del uruguayo Román Viñoly Barreto de 1960 que anda dando vueltas por Youtube) basta con mostrar un desfile de un Papá Noel por el barrio de Montecastro para que un extraterrestre tenga una muestra cabal de lo que somos, y de lo indescifrables que podemos ser.

Ya desde uno de los primeros planos en el que vemos una bandera argentina sabemos que Frenkel va a seguir haciendo, como ya hizo en sus documentales anteriores en mayor o menor medida, un registro sin caretas de la argentinidad. En ese procedimiento en el que no se caretea, volvemos a ver las costuras de la realización como parte de los aspectos formales (por ejemplo, planos desde atrás de los planos y demás desprolijidades controladas); aunque también, cuando Frenkel quiere, hay planos que parecen técnicamente superiores a los del resto de su filmografía y que contrastan con algunos geniales de cine de guerrilla en los que el director parece sorprender a diversos Papá Noeles de civil que andan yirando por la ciudad de Buenos Aires. En las entrevistas a los laburantes del disfraz y la fantasía, quedan expuestas las diferentes motivaciones: el Papá Noel changarín, el que encontró el sentido de su vida, el que lo hace como parte de su militancia social, o el que parece homenajear a uno de los primeros osos fetichistas. Frenkel aprovecha una festividad que se presta casi naturalmente para su tratamiento camp; postura que llega a su clímax con una genial versión cumbianchera de Noche de Paz.