Todo el año es navidad

Crítica de Ayelén Turzi - Cinergia

El nuevo trabajo de Nestor Frenkel nos acerca una propuesta tan sencilla como extravagante. Todo el año es Navidad reúne testimonios de hombres que se dedican (entre otras cosas) a personificar a Papá Noel en eventos, shoppings y comerciales. Y el resultado, tal como nos tienen acostumbrados las producciones de Vamos Viendo Cine, es desopilante.

La estructura del documental es muy sencilla. Nos presenta a cada uno de los involucrados, que nos relata su vínculo con el personaje, cómo consiguieron ese trabajo, a qué otra cosa se dedican (hay ferreteros, actores, profesores de educación física) y anécdotas varias sobre el proceso de caracterización que deben atravesar. Muestran las variantes de vestuario que tienen, su preparación física, sus visitas a la peluquería para tapar los pocos cabellos negros que les quedan.

Más allá de lo heterogéneas de sus vidas, todos comparten una misma filosofía: hay que preservar la ilusión de los más chicos. Da la sensación que, a través de la pasión y la minuciosidad con que componen al personaje, quieren resguardar la ilusión propia. Y eso es lo que los hace personajes tan queribles.

La elección de entrevistar a estos personajes en un sillón blanco delante de un chroma verde genera un efecto curioso. El fondo verde resalta el artificio, lo falso: son hombres que se disfrazan de un personaje que no existe, para seguir una tradición comercial (recordemos que los colores de Papá Noel fueron inventados para la marca Coca Cola) anclada a una festividad religiosa, cuya autenticidad no corresponde debatir en esta reseña. Y, sin embargo, los testimonios no dejan de sentirse completamente genuinos, aunque nos demos cuenta que algunos se apasionan tanto al contar su historia que exageran y la llenan de condimentos. La ausencia de quien los interroga es un factor fundamental para dar esa sensación de espontaneidad: al obviarnos la pregunta queda enmascarada la capacidad de Frenkel de sacar lo mejor de ellos, colocando en un enorme acto de humildad todo el mérito del documental en los personajes.

Además de quienes le ponen el cuerpo a Papá Noel, aparece un curioso personaje que opera como administrador de estos profesionales. Existe un productor siempre alerta que se encarga de buscarlos en todos los lugares que frecuenta y ofrecerles el trabajo. Organiza reuniones, importa vestuarios y consigue ofertas laborales, constituyéndose como una especie de manager.

Con una galería de personajes pintorescos que ya quisiéramos cruzarnos en la calle, Frenkel nos demuestra que la fórmula usada en Los ganadores (su recomendadísimo trabajo anterior) puede repetirse hasta el infinito sin aburrir nunca: captar un micro universo tan sencillo como estrafalario y acercarle al espectador lo más significativo, siempre respetando la esencia y con el foco puesto en hacer protagonistas absolutos a sus participantes.

Lo que no nos deja en claro este documental, y no tenía por qué hacerlo pues pone el foco en otro lado, es una duda que nos carcome a quienes frecuentamos el microcentro porteño ¿Cómo se mantiene en funcionamiento esa casa navideña cercana al Obelisco?