Toda esta sangre en el monte

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

“Toda esta sangre en el monte”, de Martín Céspedes
Por Ricardo Ottone

En 2013 el documentalista Martín Céspedes realizó el corto Toda esta sangre en el monte. En sus 23 minutos aquel film producido por la Revista Crisis mostraba la situación de los campesinos en Santiago del Estero resistiendo ante los embates de empresarios que quieren apoderarse de sus tierras y tratan de convencerlos con arreglos económicos muy desventajosos o directamente apelan a la intimidación y la violencia por medio de matones y sicarios. Esta situación tuvo un pico de tensión con los asesinatos de los campesinos Cristian Ferreyra en 2011 y Miguel Galván en 2012, ambos miembros del Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero). El documental mostraba cómo pese a ese estado de permanente amenaza, los campesinos se organizan y resisten por su derecho a la tierra.

En los cinco años que nos separan de aquella experiencia Céspedes siguió en el tema, y estrena una suerte de ampliación/continuación en forma de largometraje con el mismo título. Aquel corto está disponible en YouTube y puede servir como una buena introducción a Toda esta sangre en el monte, el largo. La razón de este último está por un lado en que la situación de los campesinos no ha variado y por otro lado en que la historia se sigue contando a partir del juicio a los acusados del asesinato de Cristian Ferreyra, tanto al autor material como al empresario presuntamente instigador. El film parte de donde su antecesor había quedado, con el entierro de Ferreyra, y a partir de ahí se estructura en dos líneas en las que va y viene todo el tiempo. Por un lado en el día a día del juicio y en cómo los campesinos miembros del Mocase van siguiendo sus alternativas. Por otro lado en el registro de la vida cotidiana de los habitantes de la comunidad. Una vida que es difícil y de condiciones que son muchas veces precarias pero que para ellos es preferible a la alternativa que les ofrecen los empresarios del agro que pretenden obtener sus tierras por nada y luego usarlos, si quieren, como mano de obra barata y descartable.

Al igual que en el cortometraje, aquí no hay relato en off ni testimonios dirigidos a la cámara o a un posible entrevistador. Hay una voluntad de que la historia se cuente puramente a partir del registro y la confianza en que las imágenes de los hechos mostrados tiene la fuerza y elocuencia suficiente para no necesitar subrayados o un narrador que guíe explícitamente. Las palabras que se escuchan surgen a través de los diálogos de los protagonistas entre sí, en la organización de los actos o los testimonios del juicio. Céspedes se hace cargo de su rol de observador y prefiere mantener cierta distancia mostrando, sin intervenir en lo posible, cómo los campesinos proveen su supervivencia diaria, cómo crían a sus hijos y llevan a cabo sus rutinas, sin ahorrarse tampoco imágenes que pueden ser chocantes para nuestros corazones urbanos pero cotidianas para ellos como por ejemplo la muerte de animales. Al respecto muestra la crítica que algunos de los campesinos hacen a cierta visión centralista, incluso pretendidamente progre, de visitantes que se permiten juzgar las costumbres de los lugareños a partir de miradas bastante superficiales.

Esta distancia no quiere decir que se trate de impostar una supuesta neutralidad ya que la posición del film está claramente del lado de las víctimas. Del seguimiento del juicio se nota que la que está a cargo es una Justicia de clase y los campesinos lo saben, no se engañan al respecto, pero aun así deciden participar para que por lo menos su voz se escuche. Después de la visión del documental, lo que queda claro, haya o no otra continuación en forma de película, es que para su protagonistas la lucha continúa.

TODA ESTA SANGRE EN EL MONTE
Toda esta sangre en el monte. Argentina, 2017.
Dirección, guión y fotografía: Martín Céspedes. Participan: Deolinda Carrizo Vilela, Omar Pereyra, Margarita Aguamar Gomez, Mirta Coronel, Cariló Olaiz, Mirta Salto, Oscar Rodriguez, Sergio Ferreyra. Edición: Alejandra Almirón. Sonido: Juan Manuel Durán. Producción Ejecutiva: Marcelo Céspedes, Carmen Guarini. Producción: Manuel Céspedes. Duración: 71 minutos