Titanes del Pacífico

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Titanes del Pacífico representa un regreso contundente en el cine de Guillermo del Toro, quien después de varios proyectos frustrados que no llegaron a concretarse en los últimos años se hizo a cargo de esta memorable joya de fantasía y ciencia ficción.
La gran sorpresa del 2013 que en materia de acción y espectáculo pochoclero opacó a otras producciones más publicitadas como la nueva entrega de Superman.
Zack Snyder brindó un trabajo maravilloso, de una realización impecable,
pero en el fondo (me refiero a secuencias de acción) no vimos nada que no encontráramos en otro filmes de superhéroes.
En este punto Guillermo del Toro hizo la diferencia.
Lo que vas a descubrir en esta película no lo viste en ninguna otra producción, ni siquiera asiática.
¿En que otro film vas a ver a un robot gigante que toma con sus manos un buque de carga y lo utiliza como un garrote para moler a palos a un monstruo?
El día que pierda mi capacidad de asombro frente a secuencias como esa no escribo más nada sobre cine. Cuando sucede estás liquidado porque perdiste la posibilidad de conectarte con esa magia especial que brindan propuestas de este tipo y artistas como del Toro.
La clave de este estreno la encontrás en los créditos finales, donde el director le dedica la película a los maestros Ray Harryhausen (genio de los efectos especiales y elaboración de monstruos) e Ishiro Honda, el padre de Godzilla.
Titanes del Pacífico en el fondo es una celebración al arte de estos magos del cine que décadas atrás brindaron clásicos históricos que marcaron a fuego a generaciones de cinéfilos.
Lo genial del film es que no se queda en el tributo sino que brinda una propuesta original que además está completamente influenciada por el subgénero del Mecha, que se centra en las historias con robots gigantes dentro de la animación japonesa.
De Mazinger Z a Voltron pasando por Gundam, Evagelion y la serie live action de Ultraman, el espíritu de los grandes robots clásicos está presente en esta producción.
Me encantó también que el director evitara los lugares comunes en los que hubieran caido otro colegas de él como Michael Bay.
Por ejemplo, Los Jaegers (los robots que luchan contra los monstruos) no son una unidad yankee del ejército norteamericano, sino una fuerza de resistencia internacional que coopera en equipo.
Por otra parte del Toro encontró el equilibrio perfecto entre los personajes humanos y los robots que se complementan mejor en este conflicto que en Transformers.
Si bien los Jaegers son diferentes porque no tienen vida propia como los Autobots, a lo que apunto con esto es que el director no contaminó su obra con subtramas estúpidas como ocurre con los filmes de Bay donde los humanos terminan siendo una molestia en la trama.
Acá queda bien claro quienes son los verdaderos protagonistas.
Dentro del reparto se destacan los trabajos de Charlie Hunnam, estrella de la
gran serie Sons of Anarchy, quien está irreconocible sin la barba y el pelo largo e Idris Elba, uno de los mejores actores que surgieron en los últimos años.
Por otra parte, la buena química que tuvo Hunnan con la actriz Rinko Kikuchi (Babel) permitió el que el drama humano que viven los protagonistas tuviera más peso y uno como espectador pueda conectarse con las situaciones que viven.
Lo mejor de Titanes del Pacífico es que es un productor artesanal de Guillermo del Toro, quien supervisó cada aspecto del film y pudo brindar la película que él quería hacer y que el fanático de este género celebra.
La batalla final entre los robots y el monstruo mayor es un espectáculo imponente que se destaca entre los grandes momentos cinéfilos del 2013.
Pegarle a esta película como hicieron algunos críticos en Estados Unidos porque no presenta una trama profunda es una muestra épica de total ignorancia sobre este tipo de cine.
Volvemos otra vez a Harryhausen y Honda. Ellos no hacían filmes para que fueran analizados por sociólogos en las universidades, sino que buscaban entretener al público con una propuesta de fantasía.
Titanes del Pacífico no aspira a otra cosa que cumplir el mismo objetivo y su director lo logró con creces.
Por cierto, el 3D salvo en algunas escenas puntuales no aporta demasiado en este caso por lo que se puede disfrutar este estreno en el formato común tranquilamente.
Una de las grandes películas pochocleras del 2013 que sugieron no dejar pasar en los cines.