Titanes del Pacífico

Crítica de Fabricio Esperanza - Día a Día

Robotones a las piñas

Titanes del Pacífico es la nueva película del mexicano Guillermo del Toro. Una superproducción que entretiene a fuerza de máquinas y monstruos gigantescos.

Los trailers son todo un tema para quienes consumen cine y los toman como una herramienta importante al momento de definir si van a pagar o no el precio de una entrada. De por sí implica un gran esfuerzo resumir la esencia de un filme en menos de un par de minutos, pero como su objetivo principal es el de vender un producto, las premisas que se manejan para su elaboración tienen que ver sobre todo con la adrenalina, resaltar los climas y mostrar escenas y diálogos claves con una pizca de interrogante.

Cuando se conocieron las primeras imágenes de Titanes del Pacífico, inmediatamente la ecuación que hizo el ávido espectador fue: Transformes más Batalla Naval más Godzilla igual a la última realización de Guillermo del Toro. Es decir, tres grandes fiascos cuya sumatoria no pueden dar otra cosa que un tremendo fracaso. Pero Del Toro lo hizo, y logró una superproducción entretenida con la cabeza puesta en aquellas creaciones japonesas que décadas atrás nos traían seres tremebundos y robots del tamaño de un edificio. Y como para dejar en claro que si mente y corazón van juntos, se pueden lograr cosas que parecen impensadas, como por ejemplo rodar un producto dirigido al gran público con un presupuesto de 200 millones de dólares, apoyado por un elenco de ilustres desconocidos. Salvo Ron Perlman (que trabajó con Del Toro en Hellboy), un veterano más conocido por su particular rostro de jetón que por sus trabajos delante de cámara, el resto sólo tuvo alguna que otra presencia de fuste en la pantalla grande.

La batalla. La historia de Titanes del Pacífico es de lo más facilonga, y encima tiene un par de cositas rebuscadas, como que los gigantescos robots están conectados al cerebro de quienes los manejan, o que las bestias malas salen de un portal de otra dimensión abierto debajo del océano. Pero nada de esto en realidad importa demasiado, porque lo que hizo el director azteca es aprovechar la tecnología y la animación por computadora para darle vida a Mazinger Z. Los pibes que crecieron viendo el dibujo japonés en el que un robot era manejado por un adolescente, verán en los llamados jaegers de Titanes del Pacífico algo similar. Estos modelos 2020 (año en que se plantea la etapa final de una lucha por la supervivencia) deben enfrentarse a los kaiju, monstruos que están devastando el planeta. Y la pelea no viene bien, por lo que hace falta alguien que venga con ganas de aguantar y darle una biaba a los bichos: ese alguien es un piloto interpretado por Charlie Hunnam, quien junto a un grupo de combatientes de varios países conforman la Resistencia. Una trama que se vio en cientos de películas de acción, pero que tiene como plus un homenaje a décadas pasadas llevado adelante por un talentoso que elevó al paroxismo las escenas de batallas. Y como se trata de alguien que sabe cuándo poner el freno, la cosa no empalaga.

Titanes del Pacífico es un tanque industrial, pochoclero, entretenimiento puro, pero bien hecho, lo que ya lo convierte en una opción para estas vacaciones de julio.