Titanes del Pacífico

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Como Godzilla, pero más seria

Los monstruos más gigantescos del cine de todos los tiempos invaden la Tierra en este delirio con ecos de Godzilla y todas las locuras apocalípticas de Inoshiro Honda, con momentos imperdibles y todo el talento de Guillermo del Toro, pero que lamentablemente pierde demasiado tiempo en los no tan interesantes robots gigantes comandados por soldados que deben detener la invasión alienígena.

Según el guión de Travis Beachman, 2013 es el año de la primera invasión de los monstruosos kaijus, seres que aparecen desde un portal en la Costa del Pacifico y arrasan ciudades enteras. Para enfrentarlos, la humanidad inventó los jaegers, robots enormes tripulados por dos soldados que deben estar conectados mentalmente para unir sus hemiferios cerebrales compartiendo reflejos, pero también, recuerdos y emociones.

A medida que pasan los años, los kaijus aparecen en forma cada vez más apocalíptica y en un pantagruélico combate derrotan el mejor robot tripulado por dos hermanos. Al morir uno de ellos, el otro sufre la temible experiencia conectado cerebralmente y, a pesar de ser el mejor combatiente, abandona su papel en la guerra. Pero cuando el programa de jaegers está a punto de ser abandonado, el comandante lo vuelve a convocar en un último intento por volar el portal y salvar a la Tierra de una derrota segura.

Las imágenes son de primera, con toda la tecnología disponible al servicio de Del Toro, que no solo como realizador sino también como director de fotografía homenajea a los monstruos que lo aterraban en la niñez desde la pantalla grande y también desde la TV.

Los monstruos son algo así como la versión seria de los amigos de Godzilla, especialmente la tortuga Gamera y el pterodáctilo Rodan, oscurecidos a niveles de pesadilla con los toques lovecraftianos que los vuelven temibles descripciones del Cthuluhu y otros seres extraterrenos (justamente el film da muchas ganas de que Del Toro consiga alguna vez un presupuesto parecido a éste para filmar su postergada adaptación de "En las montañas de la locura" de H.P. Lovecraft, que quería filmar en nuestro país, ya que transcurre en la Antártida).

Todo lo relativo a los jaegers y sus héroes (Charlie Hunnam, EIdris Elba) al lado de esto tiene bastante poca gracia, y los robots en sí le deben demasiado a los Transformers (y menos de lo que uno querría a los nipones Ultraman, Ultra 7 o Mazinger). Se salva todo lo relativo a la teórica de los jaegers convertida en combatiente Rinko Kikuchi, que aporta no solo tensión romántica sino también impresionantes flashbacks de su traumática niñez en una ciudad devastada.

Y, sobre todo, los personajes secundarios salvan la película, empezando por el científico obsesionado en meterse en el cerebro de un kaiju (Charlie Day) y el mercachifle del mercado negro Ron Perlman (antológico como su asistente Santiago Segura, todo un "aTorrente" del futuro). El humor de las escenas con estos personajes por momentos también forman parte de lo mejor de la película, curiosamente en escenas que no necesitan montañas de millones de dólares.

La combinación de un mismo director y director de fotografía amplifica el 3D a niveles que dan vértigo, por lo que sería una pena ver esta megaproducción en 2D.