Titanes del Pacífico

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Con películas como El espinazo del d iablo, El laberinto del f auno, la saga de Hellboy y varias otras producciones, Guillermo del Toro se convirtió en una figura de culto entre los seguidores del cine fantástico, de la ciencia ficción, del terror, de los superhéroes, de los cómics y del animé. Ya cerca de los 50 años, parecía listo para el gran salto en Hollywood. Y lo dio con Titanes del Pacífico , un proyecto de 180 millones de dólares de presupuesto con un impresionante despliegue de efectos visuales. Por suerte, el director mexicano no desaprovechó la oportunidad y, más allá de los reparos que puedan hacérseles al guión y a ciertas decisiones artísticas, redondeó uno de los mejores entretenimientos a gran escala de esta temporada.

Apenas se conoció la sinopsis y se vieron las primeras imágenes del trailer, se comparó de manera casi automática a Titanes del Pacífico con las historias japonesas de Godzilla y, claro, con la franquicia de Transformers , pero más allá del tono apocalíptico y de las gigantescas criaturas en disputa (los humanos construyen unos robots denominados Jaegers para enfrentar la invasión de los monstruosos Kaijus que surgen desde un abismo en lo más profundo del océano), el resultado final que consigue Del Toro es muy diferente.

Allí donde Michael Bay apelaba al frenético montaje videoclipero y a la estética publicitaria para sus películas de Transformers , Del Toro filma sus majestuosas batallas con planos largos y abiertos. Como experto en estas cuestiones (y como buen "animal" de cine) que es, sabe qué quiere mostrar y cómo hacerlo. Así, lejos del vértigo abrumador y del hiperestímulo efectista de tanto tanque hollywoodense, aquí las escenas de acción "se entienden", se sienten en el cuerpo y, por supuesto, se disfrutan.

Del Toro no pretende construir una "mitología" y, por lo tanto, prescinde de la solemnidad (y de las complicaciones) de las Batman, las Superman o las películas de Marvel. El film se inicia con una escena de devastación en San Francisco y una voz en off nos ubica de manera breve y concisa en un futuro cercano (la acción arranca en 2015 y continuará cinco años después) con los monstruos invasores destruyendo ciudades y los humanos viendo la forma de detenerlos y combatirlos.

Es cierto que las subtramas dramáticas (las relaciones entre dos hermanos, entre un padre militar y su hijo ídem, y otra con "tensión" romántica entre un conductor de robot estadounidense y una colega japonesa) son tan elementales como superficiales (y efímeras), que el elenco (con la honrosa excepción de Idris Elba) es bastante inexpresivo y que se extraña un poco más de humor (y eso que aparecen dos de sus actores-fetiche, como Ron Perlman y Santiago Segura), pero Del Toro nunca se ubica por encima del espectador, no se regodea en sus recursos visuales y regala una narración llena de nobleza y oficio que resulta siempre llevadera.

Los fans podrán extasiarse con los diferentes tipos de Jaegers, con los diseños de los enormes y despiadados Kaijus o con las referencias a la serie de animé de los años 90 Neon Genesis Evangelion , pero el público no iniciado también puede acercarse a este universo sin manuales, desde un lugar más básico, pero igualmente disfrutable.

Consejo: no abandonar la sala apenas empiezan los créditos finales. A los pocos minutos hay una escena adicional. No se trata de una revelación fundamental, pero es un chiste que el público -sobre todo aquel que sigue el cine de Del Toro- sabrá celebrar.