Tinker Bell: Hadas y Piratas

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Personalidad alada

La directora Peggy Holmes asumió, otra vez, la responsabilidad de continuar la historia de Campanita luego de El secreto de las hadas (The secret of the wings). Pero en esta ocasión, a diferencia de estelares que llevan el nombre del hada rubia más conocida, la figura de Zarina es la más importante. Y con mucha más personalidad y provecho que sacar ante la inocente Tinker Bell.

Luego de un forzado destierro, Zarina vuelve al Festival de las Cuatro Estaciones para rociar con unas partículas rosadas parte de la Tierra de las Hadas y llevarse consigo el polvillo azul, materia prima para crear del vuelo de las hadas.

Campanita y sus amigas irán al rescate de la pócima pero se encontrarán con algo peculiar: la hadita capitana, Zarina, comandará una flota de piratas (la maldad está casi ausente en ellos) para lograr lo imposible: que su nave vuele gracias a la purpurina amarilla que se crea por la destilación del polvillo azul.

Lo peculiar, y más entretenido de la historia, es que Campanita y sus amigas tienen sus talentos intercambiados por la nube multicolor que les arrojó Zarina al enfrentarlas. ¿Habrá que dejar de ver a los héroes con sus poderes peculiares? Gran guiño el de Holmes.

Tinker Bell: Hadas y Piratas apunta a las niñas pequeñas, no es inclusivo tanto para los chicos o adultos. La historia es corta y ajustada al metraje. Por otro lado, el uso del 3D es correcto en los paisajes y no tanto en las acciones particulares de este filme.