Tierra sublevada - Parte 2: Oro negro

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Balance de un saqueo sin fin

La demagogia y la mentira, pilares de un discurso oficialista que habla de una Argentina que no existe recibe un revés implacable cuando se desarman los resortes de la hipocresía y las frases grandilocuentes estallan a partir del testimonio vivo de los sobrevivientes de la mayor estafa al pueblo argentino que comenzara a ser documentada allá por el 2002 con Memoria del saqueo para denunciar con nombre y apellido a los máximos cabecillas de una asociación ilícita que hipotecó el futuro del país –otrora pujante, ejemplar, granero del mundo- por muchos lustros y que encuentra sus mayores referencias en la sistemática destrucción de todo lo público por la connivencia de la clase política (sea del partido que fuere) con empresarios nacionales corruptos y multinacionales que se apropiaron ilegalmente de todos los recursos naturales para dejar tierra arrasada, desde la Patagonia hasta el norte argentino.

Ya sea el fabuloso negocio de la minería a cielo abierto; el desmantelamiento de los ferrocarriles o en este último caso la dilapidación de un recurso no renovable como el petróleo, las voces de la lucha y la desesperación encuentran un vehículo poderoso en las manos de Fernando Pino Solanas, quien con Tierra sublevada parte 2: oro negro, cierra contundentemente su exhaustiva y didáctica obra cinematográfica con un estilo personal y en primera persona para corroborar una honestidad intelectual irreprochable y elogiable.

Podrán recaer tal vez algunas críticas sobre la forma un tanto vetusta del tratamiento documental que apela al recurso de la voz en off y las cabezas parlantes para desarrollar con coherencia un hilo narrativo, de cuyo centro se desprenden varias líneas que pueden resumirse en: revisionismo histórico con material de archivo que acompaña sólidamente; crónicas pequeñas de hombres y mujeres con nombre y apellido que dentro de lo macro encabezan moléculas de resistencia diseminadas en un escenario apocalíptico, pero que abrigan una cuota de esperanza desde el punto de vista de la revolución cultural silenciosa y quijotesca de los sin nombre.

Allí, entonces aparecen los gérmenes de los piqueteros de General Mosconi y en perfecta sintonía se yuxtapone como un viento pampero el pensamiento de un empresario visionario para el que nada era imposible y que se atrevió a crear una de las empresas más importantes de la historia del petróleo mundial como YPF, que incluso llegó a contar en sus épocas de esplendor con una flota naviera; infraestructura modelo capaz de producir, refinar y distribuir cantidades de barriles, los cuales en el día de la fecha la empresa Repsol extrae y se lleva sin la más mínima intervención ni control estatal.

Parafraseando el dicho: cuando la coima es grande hasta el más ladrón desconfía. La radiografía de la más cruda realidad de Argentina se construye en las imágenes que la cámara de Pino Solanas recogió en su odisea desde el norte hasta el sur de la nación; caminando las provincias y dejando que los interlocutores y expertos ingenieros expliquen con lujo de detalles algo que resulta en la actualidad inexplicable y mucho más terrible de comprender sin un dejo de tristeza cuando un gobierno que levantó las banderas del nacionalismo y la defensa de los recursos pactó con el enemigo entre gallos y media noche para que el negocio del saqueo continúe hasta la última gota.

¿Será por ese motivo que Tierra sublevada parte 2: oro negro se exhiba en tan pocas salas?