Tierra de los padres

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Una Historia violenta

Doscientos años de Historia argentina, a través de enunciados cargados de violencia, en una confrontación verbal y arquitectónica sin tiempo. Con la cadencia y el lirismo de un poema cinematográfico. Esta es la propuesta, nada convencional, interpeladora, bellamente feroz, de Nicolás Prividera, cuya opera prima, M , en torno de su madre desaparecida durante la dictadura, mereció adjetivos parecidos, aunque fuera distinta.

En Tierra..., Prividera, de sólida formación intelectual, trabaja en base a “diálogos” -de muertos- y contrastes ideológicos y estilísticos. Sus herramientas: rigurosos planos fijos en el Cementerio de la Recoleta, encuadres múltiples -que abarcan desde suntuosos mausoleos hasta nichos abandonados- y, sobre todo, la lectura de textos de personajes históricos. Una dialéctica de -y sobre- la violencia argentina, en un ámbito de “paz” y también de muerte.

Los que leen, muchas veces junto a la tumba del autor de cada texto, en medio del devenir cotidiano de la necrópolis, se esfuman al terminar: como si fueran médiums fantasmales. Queda el eco de las ásperas palabras de Sarmiento y Rosas, de Lugones y Alberdi, de Massera y Walsh, y tantos otros. Voces que resuenan entre los sepulcros y que son, cada una a su modo, revulsivas. Y que conforman un entramado de ¿viejos? antagonismos vueltos presente.

El director no oculta influencias, como la de John Gavito, realizador de Profit Motive and the Whispering Wind : mudo abordaje de la historia de los Estados Unidos a través de tumbas y placas recordatorias, pero de aquellos olvidados que se movieron en los márgenes de la Historia oficial.

Prividera, que no ofrece su filme como un ensayo histórico, acierta con un travelling final, aéreo, en el que panteones y voces se funden y confunden. Mientras suena Va pensiero , de Verdi, la cámara nos conduce hasta el Río de la Plata, ese otro cementerio, atroz. Mirada que nos remite a la del Angel de la Historia de Walter Benjamin: clavada en las ruinas del pasado, con dirección inevitable, ciega y angustiante, hacia el porvenir.