Thor: Ragnarok

Crítica de María Noel Do - La Capital

"Thor: Ragnarok", chispas de comedia

La tercera saga de Thor sorprende más por sus momentos de comedia que por los dramáticos obstáculos que todo protagonista tiene que superar en las películas de superhéroes. Bajando un poco los niveles de solemnidad de los dos filmes anteriores, el Dios del Trueno se divierte ridiculizándose a sí mismo con el resto de sus compañeros "Vengadores": un Hulk confundido en una especie de circo romano donde deberán luchar como gladiadores y una rebelde y rockera Valkiria (Tessa Thompson) para sumarse a su misión por el cosmos.
   Thor queda prisionero y sin su martillo del otro lado del universo, donde se cruzará con su hermano Loki, en la encrucijada de volver lo más pronto posible a Asgard para impedir el Ragnarok (la destrucción su civilización), en las manos de la cruel y todopoderosa Hela, su hermana y primogénita de Odin (Anthony Hopkins), que regresa con toda la furia para quedarse con el reino.
Con un mensaje de ayuda a los expatriados y exiliados del mundo por conflictos bélicos, "Thor Ragnarok" no defrauda a los fanáticos del cómic. Vale la pena verla en 3D sólo para el espectador que busca un extra en efectos especiales en las escenas de acción.
  Además, el nuevo tanque de Marvel no escatima en actores: Cate Blanchett impacta como villana y Mark Ruffalo como Bruce Banner se lleva los aplausos; Jeff Goldblum es un dictador psicodélico e Idris Elba un valiente Heimdall. Hay actores de Hollywood encubiertos en la piel de Dr. Strange y un Loki y Odin ficticios, pero habrá que ir a ver la película y estar atentos para detectarlos. Para rematarla, en el soundtrack está incluído el potente tema "Inmigrant song", de Led Zeppelin.