Thor: Ragnarok

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Estas realizaciones de “superfórmula” o de “superhéroes” que a esta altura, y luego de diez años, que ya se puede pensar como la invasión del comic en la producción de filmes en la “meca” del cine, son casi sinónimos.
De “superfórmula”, pues se la puede pensar como producto de un guión ya escrito mil veces, sólo se modifica algún que otro nombre, casi siempre el malvado es otro, nuevo y de vida útil con fecha de “vencimiento”, o el nombre del espacio físico en el que se instala la eterna lucha entre el bien y el mal.
Si algo está ausente es siempre la originalidad, todo es del orden de lo previsible, salvo que en este caso, y podría ser gracias a su director, devenido en técnico, que pudo introducir en el texto algo de su capacidad de incluir humor allí donde lograría sorprender.
La historia comienza cuando Thor (Chris Hemsworth) vence a Surtir (Clancy Brown) y se lleva como trofeo los cuernos de la bestia representante esencial del mal, sin saber que esa acción le daría la posibilidad de retornar a Hela (Cate Blanchett), la Diosa de la muerte, hija primogénita de Odin (Anthony Hopkins), hermana natural de Thor de cuya existencianuestro héroe nada sabia de su existencia, super.
El primer enfrentamiento entre ellos incluye al otro hermano de “ambos”, Loki (Tom Hiddleston), pero los dos hombres juntos no poseen el poder de su malvada hermana mayor. El lugar a defender es Asgard, el reino del cual son oriundos, sin embargo en plena lucha los dos hombres son enviados a un lugar que tiene más de circo romano, Coliseo incluido, que de mundo alterno.
Alli el dueño y señor del lugar, Grandmaster (Jeff Goldblum), se divierte con la lucha de especies de gladiadores, en el que Thor debe enfrentar a muerte al campeón eternizado, que no es otro que “Hulk” (Mark Ruffalo), verde como siempre, pero amnésico.
El filme de construcción clásica en cuanto a su estructura narrativa. de previsibilidad absoluta desde la idea inicial hasta la palabra final, incluyendo dos escenas durante y después de los créditos que se da tiempo a nuevos personajes, el ya nombrado interpretado por el genial Jeff Goldblum, quien junto a la increíble Cate Blanchett, son lo mejor de la película sin lugar a dudas.
Un escalón más abajo aparece Skurge (Karl Urban), el único personaje que no es unidimensional, tiene fortalezas y debilidades, emociones encontradas y todo se establece en su rostro, especialmente en su mirada. A Chris Hemsworth que acá cumple con lo que se le pide, se lo ha visto en otras producciones donde dio atisbos de algo parecido a talento histriónico, casi lo mismo sucede con Tom Hiddleston. Lo de Mark Ruffalo es: veo luz, entro, no defraudo, cobro y me voy. Lo mismo con esa especie de cameo realizado por Benedict Cumberbatch encarnando a su conocido Dr. Strange.
Lo demás no es más que un cúmulo de peleas y espacios temporales tranquilos, en forma de impasse entre luchas, para incluir atisbos de diálogos entre los personajes y establecer algo de discurso políticamente correcto.
Se podría decir que la realización se reconoce a si misma como un producto mediocre y repetido, mediando un diseño de producción rebuscado con un diseño de sonido técnicamente impecable y una banda de sonido establecida en los ochenta por momento rayana al ridículo.
Una de “super heroes” más, sólo para recaudar, que nada agrega salvo divisas en las arcas de los productores