Thor: Ragnarok

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Llega la tercera entrega de la saga de Thor, titulada Thor: Ragnarok, inmersa de lleno en el universo cinemático de Marvel y con una gran apuesta al cine de género.
Thor (Chris Hemsworth) está recorriendo el universo tratando de mantener la paz en el planeta Asgard y es en ese viaje que aprende todo sobre el Ragnarok, un apocalipsis que amenaza con la destrucción completa de su hogar. Habiendo desarticulado el terrible acontecimiento regresa para encontrar que Loki (Tom Hiddleston) ha desterrado a su padre hacia la tierra mientras se hace pasar por él.

Cuando ambos parten a buscarlo se encuentran con un terrible secreto: la muerte de su padre liberará a su hermana mayor, Hela, la diosa de la muerte. Ella es poderosa y no muestra piedad y parte hacia Asgard para, desde ahí, apoderarse, a través de masacres y guerras, del resto del universo, desterrando en el proceso a los hermanos a un lejano planeta, desde el cual Thor deberá intentar regresar para salvar a los habitantes de Asgard de su imparable hermana.

Aunque el film sea la tercera parte de una saga propia, Thor: Ragnarok es una película inmersa en el ya gigantesco universo cinemático de Marvel. A punto tal que es más importante haber visto Avengers 2 que Thor 2 para entender gran parte de lo que pasa.

Al excelente reparto original se le suman en esta entrega Mark Rufallo como Bruce Banner/Hulk y Cate Blanchett en el papel de la tremenda Hela. Como viene ocurriendo estos actores aportan gran parte del encanto del film, con excelentes composiciones la mayor parte del tiempo y carisma en los casos donde el talento actoral no es tan notorio.

Desde la elección de Taika Waititi como director, el tono de comedia de la película se podía prever. Waititi es el responsable de la popular comedia del 2014 What We Do in the Shadows (estrenada con el pésimo nombre de Casa Vampiro en nuestro país) y esta tercera entrega de Thor avanza por esos lares. Humor, humor fino y ocurrente, con más chistes de los que el espectador normal puede abarcar en una visión.