Thor: Ragnarok

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Que Thor: Ragnarok es lo mejor que la saga de Thor ha ofrecido hasta ahora, que a nadie le quepan dudas. Es súper movida, está plagada de chistes, tiene villanos formidables, está Hulk como nunca se lo vió (y similar a como uno lo conoce de los comics), y tiene fantásticos personajes. Pero, por otra parte, te deja cierto escozor incómodo deslizándose por la espina dorsal. Mientras que en Guardianes de la Galaxia James Gunn integraba el humor de manera natural e integral a la trama (produciendo un relato tremendamente afectivo y efectivo), Thor: Ragnarok pasa el límite de la parodia en mas de una ocasión. Que el humor le saca la solemnidad almidonada a la saga (que es algo que desesperadamente precisaba) es evidente, pero, por otro lado, si la movida se contagia, puede llevar a todo el género de los superhéroes a la decadencia. Ragnarok no se siente como Guardianes de la Galaxia o Deadpool, sino como una de superhéroes hecha (por momentos) por los directores de Airplane!.

La primera media hora es caótica. Va muy rápida, hay cosas empardadas de apuro (el escape de Thor del Infierno, el destino de Odin, la revelación de la primogénita maldita del Padre de Todos, la toma de Asgard, el exilio de Thor) y uno cruje los dientes por lo vertiginoso del relato. Por suerte la historia encuentra sus pies cuando se despacha con su propia versión de Planeta Hulk (digamos, Planeta Thor), en donde el Dios del Trueno, despojado de su martillo mágico y sus poderes, termina como gladiador en una arena intergaláctica regida por Jeff Goldblum… el cual hace de Jeff Goldblum con todas las letras mayúsculas. Ciertamente Goldblum arranca las mayores risas de la película, pero hay momentos en que se pasa de ridículo y es incómodo. Igual el relato está mechado con la integración de Tessa Thompson como una ex valkiria (una integrante de la mítica guardia personal de Odin) que ha preferido el exilio después de ver el manoseo de influencias y poder que ha hecho el Padre de Todos con cada uno de sus hijos.

Si Chris Hemsworth y Mark Ruffalo se sacan chispas en el planeta alienígena, por el otro lado Cate Blanchett se devora la pantalla con ganas. Oh, Dios, no sólo es tremendamente sexy sino deliciosamente mala. Ultimamente la Marvel viene mejorando la puntería con sus villanos (el Buitre, Ego el planeta viviente) y la Hela de Blanchett (secundada por su ex compañero de El Señor de los Anillos Karl Urban) es uno de los mejores. Y desde ya el Loki de Tom Hiddleston que sigue haciendo de las suyas.

Como show pochoclero, Thor: Ragnarok no tiene desperdicio. Hasta alguno que otro puede cometer la herejía de decir que es el mejor filme de superhéroes que ha dado la Marvel hasta ahora (ehh… yo me apunto). Sobre el final se vuelve mas serio y épico, y le da una gran estatura a Hemsworth, un tipo que viene foguéandose en la comedia (¿se acuerdan cómo se robaba todas sus escenas en Los Cazafantasmas 2016?) y que ha probado tener carisma de sobra para llenar la pantalla. Marvel no escatima recursos a la hora de poner a sus personajes (y sus historias) al limite, y aquí toma varias decisiones arriesgadas, las cuales prueban la seguridad que se tiene la editorial para manejar las franquicias con total prestancia. Quizás haya un exceso de chistes que termina por incomodarme un poco pero, viendo la pelea épica de Thor contra una tonelada de enemigos al son de la Canción de Inmigrante de Led Zeppelin, me da la pauta justa que el director Taika Waititi tienen condiciones de sobra para llevar la franquicia a nuevos y apasionantes territorios, sólo que le pediría un poco mas de equilibrio (tal como lograra James Gunn en Guardianes…) para que esto siga siendo épico, emocionante y gracioso sin caer en la pura parodia.